La noticia de la semana tiene que ver con una de las empresas más exitosas y de mayor crecimiento de los últimos años: Tesla.
Tesla es una de las compañías creadas por el milloneta venido a más Elon Musk, de origen sudamericano, pero nacionalizado gringo.
Junto con un conglomerado de compañías, como SpaceX, Tesla celulares, Pay Pal, Tesla Energy, Neuralink y otras, han hecho de este hombre el más rico de todo el planeta, superando los 200 mil millones de dólares, suficientes para dar de comer durante una década a los habitantes de un país subdesarrollado como México.
Musk, quien siempre aparece en los eventos públicos desgarbado, con el saco y la camisa desabotonada, greñudo y con una sonrisa de niño bonachón, surgió al mundo de los grandes capitales apenas recientemente, cuando el tema de los automóviles eléctricos empezó a tomar fuerza.
Dado que los combustibles fósiles van de salida y la electricidad parece ser el próximo combustible que impulsará los vehículos automotores terrestres y aéreos, apostarle a las empresas de Elon Musk parece ser la tendencia mundial, y eso le ha generado un inimaginable caudal, quizá más de lo que imaginaron algún día los fabulistas de las Mil y Una Noches.
Tal vez por eso se considere a este magnate como una especie de líder mundial, con la suficiente capacidad para cambiar la historia de la Humanidad.
En los últimos días, luego de que se dijo que el Presidente de México entablaría pláticas con Tesla para que traiga a nuestro país una inversión multimillonaria, muchas regiones empezaron a pelearse la posibilidad de que la fábrica de vehículos eléctricos se instalara en su territorio.
Se habló de Tamaulipas por la cercanía con otras instalaciones de su consorcio, como SpaceX y la armadora de Tesla en Austin. El Presidente López Obrador pretendió condicionar a que la armadora se instalara en Hidalgo, cerca de su aeropuerto Felipe Ángeles, pero para las pulgas del milloneta, eso no fue posible, y a final de cuentas escogió la ciudad de Santa Catarina, pegadita a Monterrey, para crear ahí una fábrica de super alta tecnología, que dará empleo a más de 20 mil trabajadores de la región.
Pero, ¿qué podemos decir de la empresa Tesla, productora de autos eléctricos que se comercializan en todo el mundo?
Lleva el nombre de uno de los más grandes e incomprendidos científicos de la Historia.
Nicola Tesla fue un inventor al que debemos, por ejemplo, la luz que gozamos en nuestros hogares, gracias a la corriente alterna. También desarrolló la Bobina de Tesla, el control remoto, la radio, el motor asíncrono, la telegrafía sin cables, la lámpara de neón, el sistema inalámbrico y muchos inventos más de los que hoy gozamos.
Para su mala suerte, cuando llegó a los Estados Unidos se encontró con un tipo inescrupuloso que ya tenía un historial muy largo de plagios a otros científicos e inventores: Tomás Alva Edison.
Quien pasó a la historia como inventor de la bombilla eléctrica, en realidad era un ratero que se hizo rico con el esfuerzo de los demás. Y Tesla fue una de sus víctimas.
Resultado, Edison logró amasar una gran fortuna, mientras que Tesla murió en la más absoluta pobreza.
Pero miren cómo son las cosas. En la actualidad, a Edison se le reconoce por inventar el foco y a Tesla se le empieza a relacionar con maravillas cada vez más asombrosas, y ha pasado a ser uno de los referentes del progreso mundial. Justicia histórica.
Eso queda demostrado con la empresa de Elon Musk. Simplemente con usar el nombre de Tesla, sugiere adelantos inconcebibles en materia de tecnología. Tecnología que representa el futuro del mundo y la promesa de mejores condiciones de vida para todos los habitantes del planeta, tal como quería Nicola Tesla antes de conocer al infame Edison.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Determinados individuos acosan al mamífero denominado Lepus americanos y el resto logran capturarlo”. (Unos corretean la liebre y otros la alcanzan).