Thursday, October 31, 2024
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Al Vuelo-¡O-laláaaaa!/Pegaso

Revuelo mundial causó la escena de unos “drag´s queen” (o sea, jotitos vestidos de mujer fatal) parodiando la “Ültima Cena de Cristo”, de Leonardo Da Vinci.

La Iglesia católica y los persignados pusieron el grito en el cielo, porque, de acuerdo con su percepción, se trata de una herejía, de una blasfemia, una injuria, un ultraje, una execración, una imprecación y una mentada de madre para todos los creyentes del mundo.

¡Nomás faltó que bailaran el can-can arriba de la mesa!

La Última Cena es quizá una de las más importantes representaciones del catolicismo. Se trata de la vez postrera en que Jesús de Nazareth, junto con los Doce Apóstoles, se disponían a tomar sus últimos alimentos del día, antes de que fuera aprehendido por los soldados de Pilatos.

Ahí estaban Pablo, Juan, Andrés, Felipe, Judas Iscariote, Mateo, Tomás, Santiago, Bartolomé, Judas Tadeo y Simón.

Por el contrario, en la escena de los “drag´s queen” estaban La Juanis, la Jelipa, la Judas, la Matea, la Tomasa, la Chaga, la Barty y la Simona, entre otras.

A mí no me encantó ver a esos adefesios haciendo el ridículo a nivel mundial.

La gordis que está en medio hasta parece que está haciendo pucheritos.

Si mis dos o tres lectores que aún me quedan quieren mi opinión sincera, debo decirles que para mí fue una provocación que no va tanto dirigida a la fe católica, sino al estilo de vida tradicional.

Es la avanzada del Nuevo Orden Mundial, de la Agenda 20-30. Los gobiernos apapachando y financiando a las minorías para que se hagan mayorías.

Como dice el cómico de la cola de caballo, Teo González: “Antes, era mal visto que hombres se vistieran de mujer en la vía pública, después, empezó a tolerarse; ahora es lo más natural y temo que en un futuro próximo vaya a ser obligatorio”.

Es decir, eso es una probadita de lo que viene.

Como dice el padrecito Pepe Cerra, la Iglesia Católica, por angas o por mangas, ya se ha convertido en una minoría. Y si eso les ha ocurrido a ellos, debemos esperar que más temprano que tarde también el matrimonio heterosexual se vuelva minoritario.

Algunos fanáticos religiosos han querido ver el apagón que sufrió la ciudad de París, en plenos Juegos Olímpicos, como una señal divina de desaprobación.

Solo la Basílica del Sagrado Corazón se mantuvo alumbrada, pero es que el vivillo Arzobispo mandó colocar paneles solares o una planta de luz para poder tener electricidad permanentemente.

Lo cierto es que la dichosa escena de los “drag´s queen” causó revuelo a nivel mundial por las implicaciones simbólicas. Fue como darles una cachetada con un martillo a los católicos, quienes reaccionaron de manera fúrica, iracunda, airada, colérica, rabiosa y frenética, con los ojos rojos por la ira y las manos crispadas por la indignación.

Yo les recomiendo que, como dice su fe, simplemente pongan la otra mejilla. Pero si quieren desquitarse, vayan vestidos con sotanas a alguna disco gay o a un desfile de la diversidad LGBTT+ y recen un padre nuestro, un credo, una invocación al Espíritu Santo, un avemaría, una advocación al Ángel de la Guarda, un ofrecimiento a la Virgen María, una letanía y un villancico ahí mismo. Verán cómo, inmediatamente, los jotitos pegarán de gritos diciendo que se han violentado sus derechos y que hay intolerancia hacia los grupos minoritarios.

Viene ahora el refrán estilo Pegaso: “Abstente de cometer las acciones que detestas que cometan en tu contra”. (No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti).

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