Me dio más pesar la muerte de Changoleón que la de Andrés García.
En serio, a pesar de hacerse famoso como catarrín, el Changoleón tenía la sangre más liviana que el galancete mamón que durante su juventud personificó al padrote Pedro Navajas.
Pero, ¿quién era El Changoleón y por qué algunos medios de comunicación hicieron eco de su fallecimiento?
Bueno. Se llamaba Samuel González Quiroz. Fue catedrático de Filosofía en la Universidad Nacional Autónoma de Nuevo León. Se peleó con su vieja y se dio al vicio, viviendo en condición de calle durante varios años, hasta que lo descubrió Facundo, el güerejo mamilas que hacía o hace el programa Incógnito, transmitido en el Canal 5, dedicado a hacer puras burradas.
Una de estas fue la inclusión de El Changoleón.
En cierta ocasión, allá por la década del 2000, Facundo vio a un personaje sucio, barbón, greñudo, desgarbado y con aliento alcohólico. Como andaban buscan nuevos talentos, pensó que tal vez pegaría el estereotipo del borrachín, como en años anteriores le había pegado el del personaje disléxico de El Sammy a Eugenio Derbez.
Total, con un sueldo de apenas 500 pesos por presentación, El Changoleón hacía lo que todo beodo hace en la vida real: El ridículo. Aunque ahora lo hacía frente a las cámaras de televisión.
Contra todo pronóstico, dio buenos resultados, y la gente preguntaba más por Changoleón que por Facundo, cuando se referían al programa.
Yo les soy franco a mis dos o tres lectores: Nunca vi el citado programa. Supe del Changoleón por algunos memes donde salía con su típica greña y su sonrisa desdentada.
Incluso, no sé si Facundo le puso el mote o si ya lo traía. Tampoco sé si de buena gana dejaba que se aprovecharan de su situación para atraer más audiencia, sobajando su dignidad humana. Lo que sí puedo comentar es que la palabra Changoleón pasó a formar parte del vocablo del mexicano de barriada.
Recientemente, en un debate en nuestra folclórica y chimengüenchona Cámara de Senadores, Lilly Téllez llamó Changoleón a Fernández Norroña y este le contestó con un florido trazado de arquitectura que no, que no es vergonzoso ser comparado con las clases bajas, a quienes pretendió Lilly Téllez ofender con tan singular metáfora.
En fin, ya el Changoleón descansa en paz. No vi que programas como Veneneando, que suelen hacer grandes negocios con la muerte de famosos, preparara un programa especial para vender perfumes, jabones o autos, como sí lo hicieron con José José, “La Corcholata” Carmen Salinas y últimamente con el hijo de Joan Sebastian. Exprimen hasta la última gota del dolor ajeno con tal de obtener ganancias.
Total.
He aquí mi acróstico para personaje tan sui géneris como lo fue Changoleón:
Conocido por sus barbas y sonrisa desdentada,
Hoy lamentamos su grave pérdida.
Así como vivió, actuó en la TV
No hubo otro igual que él
Gracias por los buenos memes que nos diste
Ofreciste tus dotes de actor
Lentamente entraste en la mente del público
Eres y fuiste inspiración
Orgullosa tu alma máter, la UNAM
Nunca morirá tu recuerdo.
Viene ahora el refrán estilo Pegaso: “Portento y silueta, hasta el cúmulo mortuorio”. (Genio y figura, hasta la sepultura).