Por Pegaso
Los de aquí, no, pero los influencers y “cantantes” de Sinaloa, la mayoría forman parte de la delincuencia organizada.
Los ayudan a subir, a obtener muchos seguidores y después sirven como fuente de financiamiento.
Todo eso se destapó luego que varias avionetas sobrevolaron el cielo de Culiacán, desde donde soltaron miles de volantes con los nombres y fotografías de influencers y cantantes muy conocidos, incluyendo Peso Pluma, Markitos Toys, Gail Toys, Kevin Castro y una veintena más de figuras muy conocidas en aquella entidad.
Fue el pasado 9 de enero cuando se lanzaron los panfletos donde se señala a esos 25 influencers y artistas que tienen vínculos con la facción de Los Chapitos.
De esos, cuatro ya fueron eliminados, es decir, asesinados, como el Gordo Peruci y El Jasper.
Si la difusión de esos volantes fue una sentencia de muerte, lo más probable es que dentro de los siguientes días seguiremos escuchando sobre el resto de los integrantes de esa lista.
Pero, ¿de qué nos sorprende?
En México, una sociedad fallida, la inmensa mayoría de los jóvenes y no tan jóvenes cantan las horribles canciones, o mejor dicho, berridos de sujetos como Peso Pluma, y entran a los perfiles de influencers como Markitos Toys, haciéndolos más grandes.
Incluso, programas como Veneneando, con Paty Chamoy promueven ese tipo de figuras todos los días, en vivo y en horario estelar, a cambio de jugosas payolas.
Alguien en redes sociales decía: “Antes los premios se los daban a los que sabían cantar; ahora se los dan a los que no saben cantar”, y sabemos que eso es completamente cierto cuando vemos que los Premios Billboard u otras condecoraciones latinoamericanas se entregan a este tipo de cantantes. Es como si quisieran impulsar a quienes pegan más berridos y cantan más feo.
Ya sabemos que esos “premios” pueden comprarse.
Un grupo delictivo, para promover a sus pupilos, puede invertir millones de pesos en la compra de un galardón, porque eso redundará en más fans y en mayores ingresos. Negocio redondo.
¿Y de los influencers?
Cualquier hijo de vecina puede tener miles, millones de likes, si los compra en granjas de bots.
Inflar premeditadamente a alguien hasta convertirlo en figura del espectáculo o de las redes sociales es tan fácil como depositar cierta cantidad en una cuenta y los encargados de la granja de bots se encargan de asegurarle miles o millones de “likes” de China, Taiwán, Corea o Singapur.
La cloaca que se está destapando con la distribución de volantes en Sinaloa, podría embarrar a muchas más conocidas figuras de las redes y la farándula.
Faltaría solamente que algún otro grupo criminal suelte desde otra avioneta nuevos volantes con las fotos de los políticos que están involucrados en temas de la delincuencia organizada.
Nos llevaríamos alguna que otra sorpresa.
Venga el refrán estilo Pegaso: “Dicha situación se ha tornado pigmento de insecto de la familia formicidae”. (La cosa se puso color de hormiga).