Monday, July 28, 2025

AL VUELO-Virales

Por Pegaso
No es lo que digas, ni como lo digas, sino que se haga o no viral.
Puedes expresarte con odio hacia los negros, flacos, feos, gordos, enfermos e ignorantes, mientras lo sepa un cerrado círculo de personas.
¡Pero cuídate que se haga viral!
Yo lo he hecho muchas veces. Cada ocasión que puedo digo que la gente ignorante es fácilmente influenciable y manipulable, que existe una tremenda doble moral en la sociedad mexicana y que es más fácil que salgan delincuentes de los estratos socioeconómicos bajos. ¡Y no ha pasado nada!
Pero si de repente algún influencer de los que tienen millones de seguidores se decide a replicar algo de mi contenido y lo etiqueta de racista, homofóbico o misógino, ¡ya valí chiche de gallina!
Digamos que un artículo mío llega a manos, o mejor dicho, a ojos de Luisito Comunica (130.1 millones de seguidores), Kimberly Loaiza (193 millones), Federico Vigevani (97.7 millones), Eugenio Derbez )84.6 millones) o Yuya (65.1 millones), o si llego a tener suerte y me leen los influencers más seguidos en el mundo, como Cristiano Ronaldo (447 millones), Lionel Messi (265 millones) o Mr. Beast (415.5 millones), entonces, no habrá lugar en el mundo en el que me pueda esconder y quitarme tales etiquetas. Perderé mi chamba, me lanzarán botellas con orina, como a “Lady Racista” y perderé a mi familia, como “El Chicharito” Hernández.
Hacerse viral o no es la diferencia.
Mientras yo me mantenga con perfil bajo, mientras los influencers ni me pelen, puedo seguir diciendo lo que me dé mi regalada gana en las redes sociales.
Porque son los influencers los que influyen -valga la rebuznancia- en la frágil mentecilla de sus seguidores.
Lo que dicen, lo replican sus millones de fans. Es una cadenita que va así: Lo dice un influencer de 5 millones de seguidores, lo replica otro de 500 mil, lo replica otro de 50 mil y así nos vamos, hasta que todo junto forma una red de comunicación que puede llegar a cientos o miles de millones de personas alrededor del mundo.
Así que debo estar tranquilo. Mientras no me eche el ojo un influencer como Mr. Beast o Luisito Comunica, todo estará bien.
No lo entendieron “Lady Racista”, ni “El Chicharito”, ni todas las ladys o lores que ha habido desde que las redes sociales son redes sociales.
La viralidad es la moneda corriente de hoy y la mayor aspiración de cualquier aprendiz o profesional de las redes sociales.
Basta con hacer algo viral para dejar de trabajar toda nuestra perra vida.
Si se acuerdan de la quinceañera “Rubí”, cuando su papá invitó a la fiesta, no llegaron los primos y los vecinos, sino que acudieron decenas de miles de personas de todas partes del país, porque se hizo viral.
“Rubí” recibió un sinnúmero de regalos y hasta vehículos. Más tarde se le hicieron castings para hacerla cantante y actriz. Actualmente no sé qué fue de su vida, pero si lo hubiera aprovechado, ahorita tendría más fama que “La Doña” en sus mejores momentos, se habría internacionalizado hasta conquistar Hollywood y tal vez, con el tiempo, pescarse un viejón billetudo, como lo hicieron Salma Hayek y Thalía.
Otro que le fue bien al viralizarse, pero no lo supo aprovechar, fue “Lady Wooooo!”, un jotito que saltó a la popularidad al reaccionar con esa frase cuando le hicieron una pregunta estúpida.  Recibió hasta un vehículo de regalo por parte de una agencia automotriz y después cobraba por presentación solamente por decir: “¡Woooo!”
La fama se le acabó y con ello la oportunidad de hacer fortuna.
Pero esos ejemplos fueron para bien. Cuando muestras prepotencia, valemadrismo, altanería y gandallismo, y te vuelves viral, es otra cosa muy diferente. Entonces, te conviertes en perro del mal y todo mundo te sataniza, porque los seguidores de los influencers tienen en común que solo les patina una neurona en el cerebro, por eso no pueden pensar por sí mismos.
Lo que ocurrió con “El Chicharito” y con muchas otras personas que se volvieron virales para mal, es que pisaron callos y nervios muy sensibles para la doble moral del mexicano.
El futbolista les dijo a las mujeres que se pongan a hacer la limpieza y que si quieren a un hombre tradicional, también deben ser tradicionales, cosa que no está fuera de la realidad, pero que las faminazis interpretaron como un ataque a lo progre y al empoderamiento femenino.
Cuando el cantante italiano Tiziano Ferro comentó que las mujeres mexicanas están bigotonas, dijo una verdad, pero ofendió a millones de féminas, que con bigote o sin bigote son hermosas por el simple hecho de ser mujeres.
Resultado: Ya nadie lo volvió a contratar para que cantara en México.
Entonces. Todo esto lo puedo decir sin temor a que salte alguien por ahí y me califique de misógino, siempre y cuando este, y otros escritos por el estilo que he pergeñado no caiga en manos de algún influencer, cuyo trabajo solo consiste en hacer visible una situación. Son sus seguidores quienes convierten todo en mierda.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Carece de responsabilidad el aborigen, más no así el individuo que le confiere la condición de compadrazgo”. (No tiene la culpa el indio, sino el que lo hace compadre).
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