Thursday, September 11, 2025

AL VUELO-Vampiros

Por Pegaso
Causó buenos comentarios la designación del conocido activista José Andrés Méndez Ñeco como Consejero de la Comisión Nacional de Búsqueda de Personas.
Como que pesó su largo historial de participación en la localización de víctimas, desde el 2013 en que su hermana desapareció en esta fronteriza ciudad de Reynosa.
Eso lo animó a estudiar la carrera de Criminología, para tener las herramientas teóricas y legales para proseguir con ese viacrucis que es el sufrimiento de no tener con nosotros a nuestros seres queridos.
Creo que Méndez Ñeco, al tener esos bastos conocimientos sobre psicología criminal y victimología tendría que compartir con el resto de la población algunos principios básicos para evitar convertirse en una nueva víctima.
Tal como lo hemos visto, y los medios de comunicación que suelen publicar este tipo de notas no me dejarán mentir, la gran mayoría de las personas que son halladas sin vida en los páramos de Reynosa o a las que se reporta como desaparecidas en las redes sociales, están profusamente tatuadas.
El tatuaje se ha convertido en algo así como una señal, una marca o un estigma para los malos.
Yo lo comparo con los vampiros. Un vampiro, si no es invitado a entrar a una casa, no puede trasponer la puerta. Pero cuando se le invita, te chupa toda la sangre y acaba por matarte.
Así son los tatuajes. Una puerta para los malos. Una invitación. Es como ponerse un letrero que dice: “Vengan, los estoy esperando, simpatizo con su estilo de vida, quiero formar parte de ustedes”.
Hay de tatuajes a tatuajes. No es lo mismo una inocente mariposita en la muñeca, que un horrible dibujo de la Santa Muerte, una R-15 o las siglas de algún cártel en el torso, en el brazo o en la espalda.
No me lo crean a mí. Díganle a los criminólogos. O si no, busquen en internet artículos como el que apareció el 18 de abril de este año en el portal Noticias Activas, con el encabezado: “Tatuajes de sicarios: El oscuro lenguaje visual del crimen organizado”.
Ahí se darán cuenta que el tatuaje es una marca de identidad criminal, que entre ellos, en ocasiones representa un código de honor, de lealtad, de historia personal y hasta de amenaza hacia otros grupos criminales.
Otro artículo titulado: “Los tatuajes como identidad y estigma bajo la sangrienta guerra del narcotráfico”, publicado el 2 de noviembre de 2023 en el portal El Observador, de Uruguay da a conocer el testimonio de una persona tatuada: “Te encasillan, te estigmatizan y piensan que si te vistes de tal manera ya eres de alguna banda”.
Los jóvenes no deberían tatuarse. Esa es una recomendación muy personal y considero que activistas, que ahora son consejeros nacionales, deberían replicar en sus pláticas y en sus actividades profesionales.
En Reynosa abundan los negocios de tatuajes. “Dolor y placer”, dicen. Por lo que veo, proporcionan más dolor que placer, porque es dar entrada a los malos a nuestras vidas. En un momento nuestros hermanos, padres y familiares están a nuestro lado y en el siguiente, ya no están. Los desaparecen, los absorben, los chupan.
Si hiciéramos un catálogo con los más de 20 mil desaparecidos en Tamaulipas desde el 2006 a la fecha, veríamos que una apabullante mayoría son o fueron personas tatuadas.
No sé por qué, pero parece que los tatuajes atraen a los criminales como miel a las moscas.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que dice así: “Con tanta frecuencia se dirige el recipiente cóncavo elaborado a base de material arcilloso que termina convertido en añicos”.(Tanto va el cántaro al agua hasta que se rompe).
RELATED ARTICLES

Más Populares