Por Pegaso
El cine mexicano ha tenido momentos de gloria, pero su mayor pecado es que siempre ha sido monotemático.
Durante la llamada Época de Oro, por ejemplo, no salía de películas de charros o de culebrones que exploraban las diferencias entre la riqueza afrancesada y la pobreza más extrema.
Un poco más adelante se explotaba el tema del tipo buena onda, amante del boxeo y de la parranda.
Seguimos con los luchadores, el cine de ficheras, el de los cómicos babosos, el de contrabando y traición y finalmente, el de narcotráfico.
Aunque últimamente hay buenas propuestas donde ya se atreven a producir largometrajes con temas como la ciencia ficción o terror psicológico, gracias a la inspiración de cineastas que han tenido éxito en Hollywood, como Guillermo Del Toro y Alfonso Cuarón.
Sin embargo, para estar actualizados deberían producirse en México pelis sobre superhéroes y monstruos, hacer trilogías y franquicias, porque eso es lo de hoy.
Pero aquí quisiera referirme al cine de luchadores.
El cine de luchadores fue una aportación de México al mundo. Todavía hoy, en países como Francia y España, algunos filmes son considerados de culto, de tan malos que son.
Este tipo de películas se produjeron entre las décadas de 1960 y 1970.
Las cintas se proyectaban en improvisados escenarios, como la Plaza de Toros Reynosa. Uno entraba con boletos que regalaban en las bolsas de jabón o de café.
Luego de la función, cuando éramos chavales, salíamos con algún amigo luchando por la calle rumbo a nuestras casas al estilo de El Santo o Blue Demon.
Se estima que en esa época se hicieron como 180 películas sobre luchadores. Éstos se personificaban a sí mismos, pero casi siempre luchaban contra vampiros, momias, hombres lobo y extraterrestres.
Eran nuestros superhéroes de aquel entonces.
Los principales protagonistas de este tipo de películas fueron los luchadores enmascarados El Santo, Blue Demon, Huracán Ramírez, Mil Máscaras, Tinieblas, El Médico Asesino, Superzan y otros.
La producción y los efectos especiales eran chafísimos. Las máscaras de los monstruos eran burdas y la coreografía de las peleas, insufrible.
Pero aún así, provocaron muchas emociones entre los cinéfilos de aquella época.
Entre los títulos más conocidos están:
-Santo contra el Cerebro del mal, Santo en el Museo de Cera, Santo contra las Mujeres Vampiro, Neutrón, el Enmascarado Negro, Santo, Blue Demon y Mil Máscaras en Campeones Justicieros, Las Lobas del Ring, Santo y Blue Demon en El Mundo de los Muertos, Superzan, Blue Angel y Tinieblas en El Castillo de las Momias de Guanajuato, Los Jaguares contra el Invasor Misterioso y muchas otras más.
En total, El Santo participó en 52 películas, Blue Demon en 25 y Mil Máscaras en 20.
Por cierto, las películas de El Santo incluyen algunos aparatos o elementos que hoy son una realidad, pero que en las décadas de los 60 y 70 eran una fantasía, como los teléfonos celulares y las mochilas para vuelos autónomos, el Sanjet.
Viene el refrán estilo Pegaso: “¡Equivaliendo progenitora e invocando al Enmascarado de Plata!” (¡Valiendo madre y llamando al Santo!)