Por Pegaso
¿Alguien se imaginaba un Batman azteca?
Pues sí. Hubo alguien que se lo imaginó, lo plasmó en dibujos animados y ahora lo presentará como película. Se llama precisamente: Batman Azteca, choque de dos imperios y se estrenará en el mes de septiembre.
Realmente no sé cómo clasificar esa producción. Veamos. En rigor, no se trata del mismo personaje que nos ha presentado siempre el cine de Hollywood. Es más bien una adaptación, una historia alternativa, una versión del multiverso que tanto han explotado últimamente las productoras gringas.
En ese universo alternativo, un joven azteca es testigo de la llegada de Hernán Cortés y el asesinato de su padre a manos de éste. El joven logró escapar y se fue hacia Tenochtitlan a dar aviso a Moctezuma Xocoyotzin de la llegada de los invasores.
Y como Moctezuma estaba medio deschavetado, no hizo caso de la advertencia. El joven se fue con un sacerdote del Dios Murciélago, quien lo adiestró en el combate y hasta le entregó un disfraz que recuerda muy vagamente al del Batman clásico.
En la película, el héroe se enfrenta a Cortés, a quien provoca una enorme cicatriz en la cara, lo que nos permite ver un “Dos Caras” azteca. Más adelante aparece otro personaje muy semejante al “Guasón”, es decir, un “Guasón” azteca.
Fuera de lo estrambótico que ese tipo de historias paralelas nos puede parecer, en la realidad sí hubo uno o dos personajes de aquella época que pueden ser considerados héroes.
Por ejemplo, el llamado Hércules azteca, Tlahuicole, nombre que significa “el del asa de barro”. Se destacó por su valentía y vigor en las llamadas Guerras Floridas o Xochiyáoyotl, que entre los pueblos originarios del Valle de México se organizaban para capturar guerreros que servían para el sacrificio a sus dioses.
Este guerrero valeroso, de origen otomí, era descendiente de una familia noble de Tlaxcala, por lo que tuvo oportunidad de ir al Calmécac, una escuela exclusiva donde aprendían ciencias, poesía y técnicas de combate.
Durante las guerras floridas, Tlahuicole, nuestro Batman de la vida real, mataba guerreros aztecas a diestra y siniestra, hasta que le echaron montón y lograron capturarlo. Lo presentaron ante Moctezuma, quien, impresionado, le ofreció su libertad. Sin embargo, rechazó la oferta, ya que en la tradición de los pueblos de la Triple Alianza, ser capturado significaba que debía morir en sacrificio para satisfacer a los dioses, lo que para aquella gente significaba un gran honor.
Al ver que no tenía la opción de regresar a Tlaxcala con tal deshonra, pidió morir en combate, así que Moctezuma le preparó una gran pachanga en su honor y lo colocó arriba de la piedra de sacrificios con una tremenda espada azteca, llamada macuahuitl, mientras que una muchedumbre de guerreros subían para enfrentarse a él.
Uno a uno, los vencía fácilmente. Se llevó por delante a ocho de los más esforzados guerreros mexicas e hirió a otros veinte, antes de caer.
Su cadáver fue llevado con todos los honores hasta el altar, donde se ofreció al dios de la guerra, Huitzilopochtli, sacándole el corazón.
Esa sí hubiera sido una buena historia para llevar al celuloide, no el bodrio holiwoodesco que nos quieren presentar ahora en dibujos animados.
Pero además, si quieren hacer un universo alternativo, en México ha habido muchos héroes de ficción que les patearían el trasero a Batman, a Supermán, a Iron Man, al Hombre Araña y a Hulk, por ejemplo, Kalimán, Fantomas, Chanoc y El Chapulín Colorado.
Hasta ahora, la industria de Hollywood no ha volteado a México para llevar a la pantalla grande las aventuras de Kalimán, y por otro lado, las productoras locales no tienen el billete suficiente para plasmar la historia con todos los efectos necesarios, y que no queden como las dos únicas películas que se hicieron del héroe del turbante: Profanadores de Tumbas y El Siniestro Mundo de Humanón. Dos verdaderos churros protagonizados por un actor canadiense llamado Jeff Cooper, con el español Nino del Arco como Solín.
En fin. Los dejo con el refrán estilo Pegaso que dice así: “Tema u objeto precipitado, precipitado”.(Lo caido, caido).