Saturday, October 18, 2025

Al Vuelo-Cuentos

Por Pegaso
Me niego a pensar que nuestra personalidad de adultos fue forjada y modelada con las experiencias de la infancia, como dice la teoría.
Pongamos un ejemplo. Nuestros papás acostumbraban poner en un aparato que se llamaba tocadiscos unas cosas negras, redondas y planas conocidas como LPs.
Cada LP traía, si no mal recuerdo, entre 8 y 10 canciones por lado, mucho menos que una simple memoria USD de 8 megapixeles de las que usamos actualmente.
Entre los artistas más populares, allá por los sesenta y setenta estaban, por supuesto, Pedro Infante, Jorge Negrete, Javier Solís, Cuco Sánchez, Miguel Aceves Mejía, y los rockeros César Costa, Angélica María y Enrique Guzmán.
Pedro Infante cantaba aquella canción infantil llamada El Piojo y la Pulga: “El piojo y la pulga se van a casar y no se han casado por falta de pan. Tirolo, tiro, tiroliro liro, tirolo, tirolo, tirolirolá”.
Nuestras mentecitas infantiles se imaginaban a un piojo vestido con su atuendo negro, sombrero y bastón, y a la pulga con su vestido blanco, con un ramo de flores en la mano.
Lo que no nos poníamos a pensar era cómo diablos iban a consumar dicha unión, si ambos pertenecen a especies diferentes.
Hasta donde se sabe, solo los individuos -macho y hembra- de la misma especie pueden procrear.
Los gametos masculinos fecundan a los femeninos y se produce un nuevo individuo con las características del padre y de la madre.
Luego, si por algún milagro, ya que como explicamos no sería posible tal hibridación, surgiera un descendiente de ambos, ¿cómo lo podríamos llamar? ¿Pulgojo? ¿Piulga? ¡Que alguien me explique!
Y continúa la cancioncilla: “Salta el ratón desde el ratonal: “Si amarran al gato, voy a apadrinar”.
¡Có-co-como! ¿Los ratones hablan? ¿Es que también entre los roedores e insectos rastreros se acostumbran las uniones matrimoniales?
Total, la historia termina en tragedia porque el gato se suelta y se come al padrino.
El mismo ídolo de Guamúchil, en la película Los Tres Huastecos (Los Tres Huastecos, por su título original en español. Estrenada en 1948. Director: Ismael Rodríguez Ruelas. Protagonistas: Pedro Infante, Blanca Estela Pavón, María Eugenia Llamas, Alejandro Ciangherotti II y Guillermo Calles), el padrecito Juan de Dios le canta a “La Tucita” aquella otra canción llamada: El Oso Carpintero.
“Este era un oso carpintero que vivía muy pobre. La hurraca le robó la estaca, clavos y serrote”.
Desde entonces había malandros. Pero, ¿por qué, siendo un animal mucho más pesado y feroz que una simple hurraca se dejó robar? Mí no entender.
Además, tenía varios ositos, los cuales siempre estaban hambrientos porque su papá era muy pobre y no podía comprar pan.
Otra historia que marcó nuestra niñez y forjó nuestra madurez fue el cuento de Bambi.
No sé, porque no soy ingeniero ni matemático, pero creo que las orejas del pequeño elefante no pudieron haber sustentado un vuelo, como dice la historia que volaba el pequeño paquidermo.
La teoría detrás de la sustentación de un cuerpo más pesado que el aire tiene que ver con la diferencia de presión entre la parte superior e inferior de las alas, de acuerdo con el Principio de Bernoulli.
Pero hasta donde se puede apreciar en los dibujos de Walt Disney, los apéndices auriculares de Bambi, aunque desproporcionadamente grandes, no proveían el diferencial de presión requerido, por consiguiente, por más que aleteara con ellos jamás podría elevar una masa de varios cientos de kilogramos.
Claro. Eso no lo sabíamos cuando éramos niños, pero cómo nos encantaba imaginarnos a Bambi haciendo peripecias en el aire, o al oso carpintero utilizando su serrote para darles de comer a sus hijuelos, o al piojo y la pulga teniendo una prolija descendencia.
Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso, cortesía de la novia de Pinocho: “¡Provéeme de información falsa, hijo de Gepetto; provéeme de información falsa!” (¡Miénteme, Pinocho, miénteme!)
RELATED ARTICLES

Más Populares