Por Pegaso
¡Atención!¡Atención, mis dos o tres lectores!
En los siguientes días, semanas y meses ustedes van a ser testigos de la Historia.
Una historia que está plasmada en La Biblia y que se repite hasta el cansancio en las iglesias.
Nada más ni nada menos que la aparición de falsos profetas. (Pedro 2:1-3 del Nuevo Testamento).
Y no es que de la noche a la mañana me haya hecho creyente o pastor de algún culto religioso, sino que ya se está viendo en las redes sociales la aparición de una nueva camada de mesías autoproclamados, tanto en América Latina como en el resto del mundo.
En la década de los dos mil y un poquito más acá salieron a la luz un Cristo coreano, otro brasileño, uno ruso, otro gringo y otro español, si no mal recuerdo. Todos ellos acabaron creando sus propias iglesias asegurando que eran la encarnación del Hijo de Dios, que venían a dar un mensaje a la Humanidad para que ya nos portemos bien. Pero a la vuelta de los años, resulta que solo querían forrarse de billetes, o resultaron violadores, pederastas y asesinos. La mayoría fueron a parar a la cárcel, algunos ya murieron y otros aún están mascando barrotes.
La nueva ola de mesíases -no sé cómo es el plural de Mesías- ya están aquí. Los podemos ver en Tik Tok, preferentemente. Usan la tecnología para difundir su “mensaje”.
Hay uno que explota un lejano parecido con el Jesús que nos presenta la tradición cristiana: Cabello quebrado, café obscuro, largo hasta los hombros, barba de candado algo crecida, cejas pobladas y nariz aguileña. Unos más son rechonchitos, prietitos y no se parecen físicamente en nada, pero en nada. Es más, están más feos que La Gilbertona, y aún así dicen que vienen a nombre de su papi Dios.
Dicho lo anterior, no les extrañe que en los siguientes días se hable mucho de este tema, incluso a nivel de las iglesias protestantes y templos católicos.
El comentario que hice anteriormente, donde dije que íbamos a ser testigos de la Historia, es verdad a medias. Resulta que cada vez se hace más evidente la manipulación de las masas, sobre todo de los creyentes católicos -el catolicismo es la segunda religión más extendida del planeta-, por parte de tenebrosas organizaciones de magnates locos.
Quieren hacer realidad las fábulas de La Biblia para seguir manipulando a la gente. Un Nuevo Orden Mundial, dicen, e impulsan políticas públicas de gran envergadura e impacto, como las de la Agenda 20-30.
No les basta ser asquerosamente ricos, quieren el dominio total de sus semejantes.
En ese sentido, la religión católica ha sido desde siempre un instrumento importantísimo. El Vaticano y los reyes la manipularon a su antojo.
Se dice que en el Siglo XVI, el rey Enrique VIII de Inglaterra se quería divorciar de su vieja para casarse con su sobrina Ana Bolena.
Como el Papa Clemente VII lo mandó por un tubo, el vivillo monarca rompió relaciones con El Vaticano y creó su propia iglesia, la Anglicana.
Pro no fue un caso aislado. Esa institución siempre se ha prestado a los intereses económicos mundiales, tanto así que los críticos la identifican con La Gran Prostituta que viene también en La Biblia.
Pero bueno, siguiendo con el tema de los falsos profetas o falsos mesías, en los últimos días han surgido como hongos y se han convertido en una verdadera plaga.
Lo peor es que cada uno tiene miles, cientos de miles de seguidores, supongo que pagados o bots para hacer creer a la gente que sí tienen un gran arrastre y que sí son lo que dicen ser.
Yo, Pegaso, les aconsejo que ni les hagan caso. Es más, si ven uno por la calle, denle una patada en la cola y que se vaya a freír espárragos.
Mejor vámonos con el refrán estilo Pegaso que dice a la letra: “¡A diferente cánido con tal pieza ósea!” (¡A otro perro con ese hueso!)