Cada fin de año nos topamos con rituales para recibir el Año Nuevo, “es como hacer un corte de caja y cerrar lo que ya no queremos, dice el académico de La Salle, Felipe Gaytán
Cada fin de año nos topamos con ciertos rituales para recibir el Año Nuevo / Cuartoscuro
Estamos a pocas horas de que finalice el 2021 e inicie un nuevo año. En algunos lugares ya preparan las tradicionales lentejas o le buscan lugar al borreguito de la abundancia para que no falte dinero el 2022… Otros más arreglan sus canastas con semillas, barren sus hogares, compran velas o eligen de qué color será su ropa interior.
Los seres humanos somos mucho de cerrar ciclos”, nos dice Felipe Gaytán Alcalá, investigador de la Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales de La Salle. “A final de cuentas somos seres simbólicos de rituales”.
No es una novedad hacer rituales, “desde hace muchos años han existido”, nos explica el especialista. Están “los rituales de los campesinos; aquellos para recibir la Primavera, los que se realizan para las cosechas; el ciclo de las lluvias”.
Pero precisamente cada fin de año nos topamos con ciertos rituales para recibir el Año Nuevo, “es como hacer un corte de caja, cerrar lo que ya no queremos lo que ya vivimos y empezar uno nuevo”.
Y en estos cierres y aperturas incluímos “algún objeto o elemento para fijar el ritual”, subraya Gaytán Alcalá. Pensamos que la vida va a cambiar a partir de la cromática -ropa interior de colores- de estos objetos.
Una de las cosas que tiene el ser humano es estar esperanzado que lo que él desea se va a cumplir y “más ahora en la época que vivimos, hay mucha incertidumbre y entonces ha crecido mucho lo de la magia y los rituales, las limpias, las veladoras. El tema de invocar a ángeles o ciertas energías se ha dado mucho en este tiempo, porque hay mucha incertidumbre en la humanidad”.
¿Pero qué pasa si no se cumplen los deseos en estos rituales?
Pensar que si vamos a hacer un ritual se va a cumplir, como una esperanza, nosotros les llamamos expectativas, una expectativa normativa que de cumplirse será por nuestro ritual y sino se cumple, pues ya vendrá otro año para poderlo lograr”, menciona Gaytán Alcalá.
A diferencia de otro tipo que se llaman expectativas-cognitivas, es cuando no se logran objetivos, por ejemplo: no pude entrar a la universidad, puedo seguir o no, entonces buscamos alternativas, o espero cierto apoyo y no lo recibo, entonces dejó de creer en esa persona que me iba a apoyar. En cambio en los rituales es mucho de expectativa normativa, es decir lo hacemos cada año aunque no se cumpla, porque tenemos la esperanza de que se va a cumplir, nos explica el académico.
Así vemos que existen rituales para las aspiraciones, expectativas o esperanzas de los humanos, como lo es la salud, el dinero, el amor, el bienestar y nuevas experiencias -viajes-.
Al dinero, nos dice, “lo asociamos con el objeto del borrego, monedas, o el preparado que se da con semillas”.
En el caso del amor se relaciona con la ropa interior, “aquí hay algo interesante, porque la ropa interior a diferencia de los otros rituales son amuletos que están ahí, en cambio la ropa interior está en tu cuerpo, es decir adhieres este deseo a tu cuerpo”, expone Gaytán.
Es un ritual que solo se da solamente un día, aunque vuelvas a usar esa prenda después ya no tiene esa carga”.
Mientras que para nuevas experiencias de viajes y conocer gente la relacionamos con sacar las maletas a medianoche…y si no se cumplen, el siguiente año lo volvemos a intentar.
Terminar y empezar un año es para cerrar y abrir ciclos como “esperanza de que mejoren las cosas”, comenta el especialista. “Esto fue evidente en el tránsito del 2020 al 2021, la gente anhelaba un fin esto como símbolo de dejar atrás la pandemia, aunque sabían que era solo eso un mero simbolismo, y el 2021 fue aún más rudo”.