Los senadores y diputados se encuentran en los últimos sitios de confianza ciudadana, sólo por encima de los partidos políticos.
Otro de los resultados es que si bien dos de cada tres de los mexicanos de 15 años y más prefieren la democracia a cualquier otra forma de gobierno, 40.1 por ciento estaría de acuerdo con un gobierno encabezado por militares.
Asimismo, la institución que mejor representa a la ciudadanía es la Presidencia de la República, mientras que 56.9 por ciento de los encuestados mencionó tener algún grado de confianza en el Instituto Nacional Electoral (INE).
El estudio fue realizado con base en la Encuesta Nacional de Cultura Cívica (Encuci) del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), en colaboración con el INE y el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD).
Durante la presentación, el consejero presidente del INE, Lorenzo Córdova, señaló que la democracia, como régimen de libertades y derechos, tiene un enorme desafío por delante, “que si no se atiende puede ser un importante caldo de cultivo de descontento en el que pueden germinar expresiones autoritarias”.
Ese desafío – añadió- tiene que ver con autoridades y habilidades de los ciudadanos para exigir sus derechos.
En tal contexto se refirió a la coyuntura actual, al señalar que la ley es la ley y sin la ley queda la barbarie.
“Es por lo anterior que la sustentabilidad de la democracia mexicana no depende de las reformas electorales que quiten o den atribuciones a las autoridades electorales, y menos de reformas regresivas que buscan desmantelar un modelo electoral que funciona y da resultados”.
Sin duda, el sistema es perfectible – reiteró Córdova- pero es la base de la estabilidad y gobernabilidad democrática inédita en el país en los recientes ocho años y medio, con ausencia total de conflictos electorales y alternancia.
Como en otras ocasiones, el consejero defendió al INE y, en ese sentido, dijo que el modelo electoral mexicano se ha convertido en un referente internacional “le pese a quien le pese”, porque su diseño garantiza igualdad en el ejercicio del sufragio.
En cuanto al Informe, puntualizó que este muestra una radiografía de lo que falta por hacer; por ejemplo, que sigue habiendo una ciudadanía en formación, la cual cíclicamente se ilusiona con las elecciones y se desilusiona con los gobernantes que elige.
También hay un alto grado de aceptación a las instituciones; 63 por ciento prefiere la democracia y 60 por ciento confía en el INE, la institución civil con mayor confianza en el país, resaltó, “a pesar de los intentos y obsesiones por descalificar” al organismo.
Señaló que a nivel continental 58 por ciento considera injusto el acceso a la educación, mientras que en México ese indicador se coloca en 63 por ciento, lo mismo el acceso a la salud con 64 y 71 por ciento, respectivamente.
En el caso de acceso a la justicia, los números son: 77 por ciento de descontento en el continente y 82 por ciento en México, pero sobre todo persiste el sentimiento de no sentirse representado por los partidos políticos.
El punto anterior – relacionado tanto con legisladores federales como locales- fue calificado por el consejero como la mayor debilidad de la democracia mexicana.
Durante la presentación, María Fernanda Somuano, coautora del Informe y profesora e investigadora de El Colegio de México, puntualizó que este es el segundo ejercicio de su tipo; el primero fue en 2014, cuando la cultura política de las y los mexicanos estaba marcada por la desconfianza en la autoridad y el desencanto con la democracia y la desvinculación social.
En 2020, añadió, se reconoce la distancia que existe entre ideales democráticos y la democracia real.
Como puntos “esperanzadores” resaltó el valor que da la ciudadanía al voto, su confianza en el INE y la aceptación de la democracia como el mejor sistema de gobierno.
En contra, los negativos son: baja aceptación con el funcionamiento de la democracia; niveles bajísimos de confianza en los partidos políticos y legisladores, y el sentimiento de no sentirse representados.
A su vez, la representante residente adjunta del PNUD en México, Sandra Sosa, señaló que si bien la ciudadanía está ahora menos desencantada con la democrdacia, en comparación con 2014, hay temas que todavía deben abordarse como la desconfianza en la efectividad de los mecanismos de participación, así como una baja satisfacción con la democracia y que la gente se siente poco escuchada y valorada respecto de las decisiones públicas.
El estudio también se indica que los ciudadanos identifican los “trastornos de la democracia”, es decir, corrupción, clientelismo, discriminación, coacción del voto, intolerancia y exclusión.
En tanto, la directora general Adjunta de Desarrollo, Análisis e Indicadores del Inegi, Alejandra Ríos Cázares, puntualizó que el estudio fue elaborado con la colaboración de 13 especialistas de la academia; la secretaría de Gobernación y el PNUD, bajo la coordinación del Inegi.