Tuesday, December 24, 2024
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AL VUELO-Villancicos     * Pegaso 

No es que me considere un grinch ni mucho menos, pero nada más pasando la mitad de noviembre, en todas las tiendas departamentales, de conveniencia y hasta en los tendajitos se empiezan a escuchar los infumables villancicos.

Ayer fui a Soriana a ver cómo andaban las ventas de “El Buen Fin”, y desde que entré hasta que salí no dejé de escuchar música gringa propia de esta temporada.

De aquí en adelante, tendremos que oír a Denisse de Kalafe con aquella de “Arre Borriquito”, como si no bastara con atiborrarnos durante los días previos al de Las Madres con su “Señora, señora”.

Entre los miles de villancicos y canciones infaltables están los siguientes: “Campanas sobre campanas”, “Los peces en el río”, “Noche de paz”, “Ande, ande”, “Pastores venid”, “Jingle Bells” y Feliz Navidad; se hacen indispensables canciones de corte navideño, como “Regalo de Reyes”, “Blanca Navidad” y, por supuesto, “Mi burrito sabanero”.

También es temporada de escuchar a Raphael con el “Niño del Tambor”: El camino que lleva a Belén/ baja hasta el valle que la nieve cubrió./ Los pastorcillos quieren ver a su rey,/le traen regalos en su humilde zurrón,/ ropopompom, ropopompom, pom, pom”.

Sí. Me gustan los villancicos y canciones. Tienen un ritmo pegajoso y contagian del espíritu navideño, pero por eso mismo son aprovechados hábilmente por los comerciantes como gancho para hacernos comprar más y más cosas que no necesitamos.

Cuando fui a Soriana ayer, de entrada, me dieron ganas de comprar una pantallota plana, que estaba en oferta por “El Buen Fin”, luego vi un teléfono celular que me guiñaba el ojo, más adelante una chamarra para este friecito que cala hasta los huesos; luego me fui al departamento de repostería, y todo, todo se me antojaba comprar al escuchar aquel pinche villancico que no dejaba de sonar en mi cerebro.

Para este tiempo, la mayoría de los trabajadores de la maquila ya han recibido un adelanto de su aguinaldo para hacer las compras navideñas por anticipado.

Me cae mal porque cuando a mí me llega el pago, ya se han acabado en los estantes las series de luces y tengo que irme a donde venden productos chinos, con el riesgo de que se incendien a los dos o tres días de estar encendidas.

Yo sé que hay millones de personas a las que les encanta la Navidad. Entra en ellos una especie de espíritu chocarrero que los hace gastar y gastar, sin importar que entrando enero ya no traigan ni para comprarse una torta de la barda.

Por algo se le llama “cuesta de enero”, que en los últimos años se ha alargado hasta convertirse en cuesta de febrero, marzo, abril y mayo.

Cuando era un Pegaso puberto y llegaban las posadas, me iba con los cuates a cantar letanías y villancicos con Doña Andreíta, en El Chaparral.

“El Niño Jesús” era entregado a una de las familias de la colonia, llegaba la procesión hasta ese lugar, lo levantaba y se dirigía a otra vivienda, previamente acordada, en la cual se cantaban en latín todas aquellas letanías de alabanza a la Virgen María y San José: “Mater Admirabilis, ora pro novis; Virgo Venerata, ora pro novis, etc., etc.”

Al terminar con aquellos versos de “Entren santos peregrinos, peregrinos”, ya sabíamos que había una piñata, así que nos formábamos en la calle y a darle con un palo de escoba, hasta que se rompía.

Luego nos ponían en fila para recibir una bolsita de colaciones, dulces, tejocotes y cañas y así, nos íbamos bien contentos a nuestras casas, esperando al día siguiente en que se repetía el ritual en el próximo domicilio.

Si es usted una persona con suficiente solvencia económica, disfrute sin remordimientos de la temporada navideña y váyase al “Black Friday” o aproveche “El Buen Fin” para comprar los regalos navideños.

Si es como yo, damnificado de la 4T, Los Vientos de Cambio y el SAT, mejor quédese en casa y trate de pasársela lo mejor posible sin gastar mucho, porque después, viene la cruda realidad.

Por eso, aquí viene el refrán estilo Pegaso: “Proporciónale, proporciónale, proporciónale, abstente de extraviar la puntería”. (Dale, dale, dale, no pierdas el tino). 

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