Mis respetos. ¡Qué aguante de viejito! El Pejidente se aventó ayer más de cinco horas caminando en su Marcha de los 4 años, desde el Ángel de la Independencia hasta el Zócalo capitalino, y todavía le sobraron pilas para aventarse su discurso ante chorromil personas que acudieron de todos los puntos cardinales del país.
Debe pasarnos la receta. Para mí que antes de cada mitin de esos le inyectan suero vitaminado para caballos percherones, porque ni las “corcholatas” ni los aguerridos reporteros que andaban a patín le aguantaron el paso.
Es el candidato más viable para sustituir a Chabelo como la persona más longeva. Dice por ahí una vieja crónica azteca que en 1519, un tal Andrezomoc Obradorotzin fue el que le lanzó la primera piedra a Moctezuma cuando fue hecho prisionero por Hernán Cortez.
El aguante y la vitalidad que mostró ALMO opacaron al tema que realmente importa: Su seguridad.
Es sabido que el Peje del Ejecutivo gusta de este tipo de manifestaciones multitudinarias, donde cualquier hijo de vecina puede ir a besarle las manos, a agarrarle la cabeza o a ponerle medallitas en el pescuezo. Lo hizo como candidato durante casi veinte años y lo vuelve a hacer ahora, como Pejidente de la República.
Pero una cosa es una cosa y otra cosa es otra cosa. Como candidato representas un movimiento, una causa; como mandatario representas a todo un país.
Ya lo vimos con Colosio: Agarraron al asesino material, más nunca al intelectual. Además, con solo ser Colosio un candidato, el país se desestabilizó política y socialmente.
Ahora, imagínense mis dos o tres lectores si le pasa algo al cabecita de algodón. ¡Sería el caos total!
Yo lo califiqué como una acción irresponsable. Deberían los diputados y senadores establecer un candado donde, por ley, el Presidente de la República no pueda exponerse a situaciones de ese tipo, porque no se trata de su persona, sino de su investidura. ¡Que se deje atrás el populismo!
Muchas veces he escuchado y leído que se le hace al Pejidente la misma pregunta sobre su seguridad durante los grandes tumultos en que participa y él dice muy campante: “El pueblo me cuida”.
Sí, pero si hay una conjura como la que pienso que existe, cualquiera se puede infiltrar y ocasionar daños serios a su persona y a toda la Nación.
Días antes de la gran marcha trascendió que recibió amenazas en las redes sociales.
A alguien se le ocurrió escribir si había por ahí un patriota para cometer el magnicidio y más que inmediatamente lo detectaron e identificaron. No sé cómo le va a ir a ese o esos pelafustanes que amenazaron al Pejidente, pero anticipo que, de perdido, los van a mandar a Almoloya por un tiempo para que aprendan a no hacer ese tipo de bromas.
Pero en fin. Lo bueno es que no pasó nada. Fuera de los dos mil devaluados varos que les ofrecieron a los acarreados, torta y chescos incluidos, la marchota fue lucidora y dejó con los ojos cuadrados a los detractores que defendían al INE unos días atrás, es decir, a los Calderones, a los Foxes, a los Lorets, Brozos y todos esos malvados neoliberales que no dejan gobernar a gusto al cabecita de algodón.
Los dejo con el refrán estilo Pegaso: “¡Colócate dicha peonza en la placa queratinosa del extremo dactilar!” (¡Échate ese trompo a la uña!)