Por Pegaso
Ahora que he estado leyendo a prestigiados columnistas y líderes de opinión, que he visto las viñetas y caricaturas de los moneros, me doy cuenta que tengo razón en torno a ese sujeto llamado Changoleón…, perdón, Norroña.
Hace unos años un abogado lo increpó en una sala vip del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Norroña presentó una denuncia por agresión en su contra. Un juez le dio la razón y presentó al ciudadano varias salidas: O pagaba un multón del ocho, o se iba un rato tras las rejas o iba al Senado a disculparse públicamente con Norroña.
Ocurrió esto último. Sentado en su trono…, digo, en su escaño de Presidente de esa Cámara, escuchaba con atención y con gran satisfacción, como un reyezuelo, las disculpas del hombre, visiblemente enfurecido por tener que sobajarse a tan humillante acción.
Es un ciudadano que paga impuestos, impuestos con los que se paga el sueldo de todos los legisladores, legisladores que en la realidad deben ser nuestros servidores, nuestros gatos.
Esa alimaña astuta, falaz, escurridiza y manipuladora llamada Norroña logró su objetivo de humillar públicamente a quien se atrevió a encararlo en aquella ocasión.
Y varios de los comentaristas que leí afirman que increpar a figuras públicas en el poder ha sido desde siempre el modus operandi de este porro, pero jamás nadie lo obligó a disculparse en público.
Esta doble moral es característica suya.
Donde se presenta, crea ámpulas con su lengua viperina.
Desde la oposición fustigó a los corruptos gobiernos del PRI y del PAN, pero ahora que forma parte del gobierno y que cuenta con todo el poder del Estado, no soporta que alguien le diga sus verdades.
Lo peor no fue el hecho de que obligaran al ciudadano a presentarse con un guión a pedir disculpas, sino que la mismísima Presidenta Claudia Shikitibum le dio la razón al botarate.
Yo critico también al abogado que se dejó ningunear de esa manera. En su lugar, hubiera pagado la multa o me hubiera dejado llevar a la cárcel y declararme preso político, antes que pasar por semejante humillación.
Este antecedente nos da una probadita de lo que puede llegar a ocurrir en el país. Norroña ha expresado su interés de participar en el 2030 para Presidente de la República pero, si eso hizo con un ciudadano, ¿qué no hará con 120 millones?
¡Imagínense! Ni en su partido, el PT, lo quisieron. Se lo enviaron a MORENA, partido que se ha convertido en un basurero de la política.
Si por alguna razón Norroña llega a leer esta columna y decide anteponer una demanda, yo, Pegaso, como ya lo dije líneas arriba, preferiría hacerme el harakiri antes de ir al Senado a hincarme frente a él y besarle los juanetes.
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de Vaquita, la del Barrio: “¡Roedor de dos extremidades inferiores, me dirijo verbalmente a tu persona!” (¡Rata de dos patas, te estoy hablando a ti!)