¡Se va a La Chingada!
Sí. ALMO dejará la silla presidencial y se retirará a su ranchito de Macuspana.
Desde ahora anuncia una gira nacional de despedida. En las redes sociales empiezan a proliferar todo tipo de mensajes.
Aparece #YaSabenQuien con su carita de puchero y su cabecita de algodón, mientras se escuchan las tristes y melancólicas notas de Las Mañanitas y mensajes que le piden, en el colmo de la cursilería: “¡No te vayas!”
Pero, ¿qué hizo bien y qué hizo mal el Pejidente? ¿De verdad merece que se le despida con honores? ¿Qué pase a la historia como el mejor mandatario que ha tenido el país desde que Ahizótl engrandeció el imperio azteca, construyó grandes puentes y canales, y embelleció la Gran Tenochtitlán?
Sí. Acabó con la corrupción y el libertinaje de los de antes, pero instauró su propio régimen de corrupción.
Sus hijos, que antes del 2018 vivían en la justa medianía económica, ahora se dan vida de potentados, estudian en las escuelas más exclusivas del mundo y poseen fastuosas mansiones.
Sí. Reparte miles y miles de millones de pesos entre los viejitos y ninis, y tuvo la voluntad política para plasmarlo en la Constitución, pero el uso político y electorero está documentado.
Además de que, para entregar todo ese dinero, acabó con los fondos como el de Desastres Naturales, los apoyos al campo, los fideicomisos y ahora se roba los ahorros de personas mayores de 70 años en los AFORES.
Sí. La economía nacional está estable. Se agradece que no le partió la madre al país. El peso está fuerte, pero no es tanto mérito de su gobierno, sino de las circunstancias internacionales. La inflación, más o menos controlada. El salario mínimo subió, efectivamente, pero no el salario real.
Y ahora los nos.
No. Su gobierno no es transparente. De hecho, es uno de los más opacos de que se tenga memoria, y aunque se le demuestre con números de sus propias dependencias, siempre sale con que tiene otros datos.
No. No acabó con la inseguridad. En campaña decía que les iba a pedir a sus amigos narcos que se convirtieran en empresarios para así ayudar al país con el pago de impuestos. Creo que no le hicieron caso. Por el contrario, los cárteles tiñeron de rojo al país y a la fecha van más de 180 mil crímenes violentos, ¡todo un récord! “Y la tierra manaba sangre”, como describía Homero en La Ilíada, cuando el ejército de los griegos chocaba contra los troyanos.
No. No fue un artífice de la democracia. Por el contrario, acotó las libertades de la prensa, invadió la esfera del poder legislativo y judicial, intentó apropiarse del INE y utilizó todo el poder del aparato gubernamental para impedir que la oposición gane la Presidencia de la República.
No. No ayudó a los pobres en términos reales. La pizcacha que les hace llegar a los viejitos y ninis la usan para comprar medicinas y no hace la diferencia.
De hecho, toda su fuerza radica en el amor que dice tenerle a los pobres pero –y ojalá alguien me desmienta- no hay algún testimonio, fotografía o prueba de que él de su propia bolsa, haya dado un solo peso para ayudar a alguien. Es fácil hacer dispendio del dinero público, porque es de los causantes, pero yo lo hubiera admirado si desde el primer día de su gestión hubiera destinado el 100% de su sueldo a alguna causa justa.
ALMO, el cabecita de algodón, #YaSabenQuien, el Rorro de Macuspana no es lo que piensan los 30 millones de pobres que lo idolatran.
Hay en el país otros 70 millones de clasemedieros a quienes les es indiferente y unos 25 millones de la clase media alta y alta que lo odian.
Con todo esto, yo creo que ALMO sigue al pie de la letra aquel viejo y conocido refrán mexicano que dice: “Si estoy bien con Diosito, ¡que chinguen su madre los angelitos!”
Es decir, si está bien con la mayoría, compuesta por pobres, puede darse el lujo de mandar al diablo a los fifís y neoliberales. Al cabo la lana que regala le garantiza sendos triunfos electorales.
Ese es ALMO. La figura más controvertida de las últimas décadas, desde que Gustavo Díaz Ordaz mandó matar a la chaviza en Tlaltelolco, en 1968.
Se va. O como decía el finadito Cabeza de Vaca: “¡De que se va, se va! ¡De que se va, se va!”
Pero no hay que insistirle tanto con eso, porque, de puro coraje y solo para darnos la contra, podría quedarse durante todo el sexenio que viene en su cuartito de Palacio Nacional, como asesor plenipotenciario del Segundo Piso de la 4T.
¡Viene el refrán estilo Pegaso!: “Que tu diestro apéndice superior ignore lo que realiza tu siniestro apéndice superior”. (Que tu mano derecha no vea lo que hace tu mano izquierda).