Wednesday, March 12, 2025

AL VUELO-Débil

Por Pegaso
Viendo la serie de Netflix “Cobra Kai” me vino a la mente un pensamiento que jamás tuvo ser humano en el mundo: La perversidad del débil.
Resulta que en “Cobra Kai” el hijo de Daniel Larusso es el que hace bullying a un negrito debilucho, el que, después de unas cuantas lecciones en el dojo del sensei John Kreese, se vuelve todo un experto en karate, cobrando venganza y convirtiéndose a su vez en un bully perverso como el que más.
Para quien no lo recuerde, en “Katate Kid”, la primera película de la saga (Karate Kid, por su nombre original en inglés. Estrenada en 1984. Director: John G. Avidsen. Protagonistas: Ralph Macchio, Noriyuki “Pat” Morita, Elizabeth Shue, William Zabka, Randee Heller y Martin Kove), Daniel LaRusso es un adolescente enclenque que es abusado por el grupo de estudiantes de karate que encabeza Johny Laurence. Después de pulir y encerar los coches del señor Miyagi, Daniel se sorprende porque, mágicamente, ya sabe karate y le patea el trasero a Johny en el torneo de All Valley.
Y sí que la goza al darle la patada de la grulla en plena cara, lo que le otorga el campeonato de ese año y el del siguiente, cuando le ponen a otro bravucón.
La perversidad del débil está presente en muchos programas de televisión. Cuando finalmente logran, por algún motivo, tener una ventaja, la idea de la venganza y su disfrute están presentes, o como dice el famoso aforismo: “La venganza es un plato que se disfruta más frío”.
Y ahí tenemos, en los dibujos animados, que Piolín siempre es perseguido por Silvestre. El gato busca capturarlo para engullirlo con todo y plumas, pero el pajarraco amarillo siempre logra escabullirse. Bueno, hasta que encuentra una poción mágica y se convierte en un engendro al estilo de Mr. Hyde y entonces, es el que persigue al felino para tragárselo entero.
Lo mismo ocurre en los dibujos animados de El Correcaminos y el Coyote. Parece que El Correcaminos goza cuando el estúpido coyote cae hacia el abismo y de pilón, una enorme roca lo convierte en acordeón.
Cuando Bugs Bunny es perseguido por Elmer Gruñón, lo hace de manera burlesca, casi casi gozando y mofándose de la impotencia del calvo chaparro.
Es un clásico aquella escena llamada “El Barbero de Sevilla”. El conejo lleva a su perseguidor hasta una barbería y procede a aplicarle jabón en la pelona hasta dejársela brillosa, luego le coloca crema de pastelería con un tocado de frutas, todo eso, animado por el fondo musical de Gioachino Rossini, perteneciente a la ópera “Il Barbiere di Siviglia”.
Si nos vamos a los dibujos animados de Hanna-Barbera, tenemos que el gato Tom y el ratón Jerry siguen el mismo ritual que los personajes de Warner Brothers: Un acosador que persigue incansablemente a su víctima, hasta que esta, de alguna forma, adquiere una ventaja que le da vuelta a la situación, y el perseguidor se ve perseguido.
En la vida real hay muchos ejemplos de cómo el débil torna esa debilidad en fortaleza cuando encuentra la manera de obtener algún elemento de ventaja.
Lo hacía Pancho Villa con su guerra de guerrillas durante la persecución que hicieron los gringos al buscar su captura, lo hicieron los integrantes del Vietkong durante la desafortunada Guerra de Vietnam, donde Estados Unidos perdió gachamente, y lo hicieron los talibanes contra los rusos en Afganistán, como se ve en la película Rambo III (Rambo III, secuela de la película de acción. Estrenada en 1988. Director: Peter McDonald. Protagonistas: Silvester Stallone, Richard Creena, Marc de Jonge, Kurtwood Smith y Spyros Fokas).
Así que, si alguno de mis dos o tres lectores es débil y le están haciendo bullyng, no se desespere. No se trata de poner la otra mejilla para recibir una segunda bofetada, sino hacer como lo hacía Bruce Lee en “Operación Dragón” (Enter the Dragon, por su título original en inglés. Estrenada en 1973. Director: Robert Clouse. Protagonistas: Bruce Lee, John Saxon, Ahna Capri, Shih Kien, Robert Wall y Angela Mao): Pelear sin pelear.
Viene pues, el refrán estilo Pegaso: “Quien discernió, discernió”. (El que entendió, entendió).
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