Por Pegaso
Todo mundo quiere ser famoso. La fama atrae riqueza, halagos, aceptación… o como dice Chente Fernández: Traes caballo y te ofrecen la silla. Es algo inherente al Ser Humano prácticamente desde que nos bajamos de los árboles: Hacemos famoso a alguien y luego lo admiramos, queremos estar cerca de él y obtener su atención para que, de alguna manera, nos pueda transmitir algo de esa mística aureola. Por supuesto, hay muchas formas de ser famoso. La primera y más simple es contar con algún don, alguna característica extraordinaria, como una voz maravillosa o un talento innato para la música, el deporte o la palabra. Hay quienes se cuelgan de la fama de sus progenitores. Por ejemplo, la hija de Lucero y Sergio Andrade, que no sacó la belleza de su mamá, sino los cachetitos y barriguita de su papá. Junto con otros hijos de famosos, se les conoce como los “nepo babies”, por aquello del nepotismo. Otros deben su fama a cuestiones nega