Por Pegaso.
Quien lo ve con su cara tan bonita, quien lo ve destrozando corazones. Quien lo ve cuando partiendo plaza se alborota y le tienen que gritar: Quién pompó, quién pompó. Quien pompó residencia quien pompó. Sirva la pegajosa melodía del cantante de música tropical tabasqueño Chico Ché para introducirnos al imposible y bizarro mundo del ínclito, perínclito y pluscuamperfecto Senador Norroña. Siempre igualado, pero jamás imitado, Norroña era la viva imagen de la vida franciscana antes, cuando estaba igual de jodido que nosotros. Vivió en la pobreza porque, hasta donde se sabe, nunca trabajó. Pero ahora, con su sueldazo de legislador empoderado, de miembro privilegiado de la élite gobernante, puede darse esos lujillos y no está obligado a vivir en la miseria, como los más de 50 millones de mexicanos que sacamos apenas para mal tragar. Ahora, se puede dar gustos que antes no podía. Puede viajar a Europa, hospedarse en hoteles