Por Pegaso
¡Declaro, declaro la guerra en contra de…!
Aquel juego infantil todavía resuena en mis oídos.
Allá, en la década de los setenta, jugábamos a declarar la guerra a diferentes países.
Recuerdo que dibujábamos un círculo, el cual se dividía en varias partes, cada una, correspondiente a un país y en medio, otro círculo más pequeño con la palabra “stop”.
Al que le tocaba declarar la guerra decía en voz alta: “¡Declaro, declaro la guerra en contra de…!” Y nombraba al país al cual declaraba la guerra. Cuando terminaba la frase, todos los participantes debían correr lo más lejos posible y el declarante debía brincar hacia el centro y decir: “¡Stop!” para que los otros jugadores dejaran de correr. Si el que representaba al país enemigo quedaba a menos de determinada cantidad de pasos, perdía el juego, y así seguía hasta que solo quedaba uno, y ese era el ganador.
Hoy por hoy estamos al borde de una guerra de verdad. Una guerra de dimensiones inimaginables. Una Guerra Mundial. Un Armagedón. Un Evento Ligado a la Extinción.
Dijo una vez Albert Einsteing, cuando le preguntaron sobre qué tipo de armas se usarían en la Tercera Guerra Mundial y respondió algo así: “No sé qué tipo de armas se usarán en la Tercera, pero de lo que sí estoy seguro es que en la Cuarta usaremos palos y piedras”.
Hace unas cuantas horas la escalada violenta en la guerra regional que libera Rusia contra Ucrania pasó al siguiente nivel.
El Gobierno de los Estados Unidos autorizó a Kiev (capital de Ucrania) que lanzara misiles de largo alcance y gran potencia hacia instalaciones estratégicas rusas.
Se reportó una enorme explosión, un hongo que se elevó a cientos de metros luego que uno de los misiles ATACMS de fabricación norteamericana impactó en un almacén de municiones en Karachev, cerca de la frontera entre ambos países.
No sé cuándo se deba considerar que inició la Tercera Guerra Mundial. Ya va para dos años que Rusia invadió Ucrania y más recientemente Israel bombardeó enclaves de Hamás y Hezbollah, dos organizaciones terroristas pro árabes.
Rusia había marcado un límite: Si Ucrania atacaba territorio ruso con armas de destrucción masiva de tipo convencional, habría una respuesta contundente del Kremlin, incluso con su arsenal nuclear.
En estos momentos los servicios de espionaje e inteligencia de Pegaso me han pasado el reporte que unidades del ejército ruso realizan maniobras con misiles balísticos en represalia por el ataque recibido hace unas horas.
No se trata de un juego, como aquel que teníamos en nuestra infancia. Al momento en que se utilicen las primeras bombas nucleares, no habrá marcha atrás y los países directamente involucrados asumirán una economía de guerra, las bolsas del mundo caerán en picada y la producción de combustibles estará encaminada a abastecer el frente de batalla.
Para nada es deseable una confrontación de ese tipo. Uno de los hijos del Presidente electo de Estados Unidos, creo que el mayor, denunció en su cuenta de Twitter (X) que la Administración de Joe Biden busca que se dispare la Tercera Guerra Mundial antes de que el nuevo mandatario asuma la Presidencia de ese país.
Trump anunció, como promesa de campaña y después lo reforzó, que buscaría acabar con la amenaza de una guerra global, proponiendo una serie de acciones que fueron bien vistas por el Presidente Ruso Vladimir Putin, por el de China, Xi Jinping y hasta por el orate dictador de Corea del Norte, Kim Jong-un.
De aquí a febrero todavía son más de tres meses y todo puede ocurrir. Basta que alguien oprima el botón rojo que lance el primer misil con ojivas nucleares y ¡cataplum! A todos nos cargará el payaso.
Ya lo dijo ayer Mohny Vidente: “Rusia lanzará la primera bomba nuclear e iniciará la Tercera Guerra Mundial”.
Pero además, ¿ya han escuchado al zoquete del Presidente gringo, Joe Biden? Está diciendo puras incoherencias. Si se quiere morir, que se muera él solo, pero que no nos arrastre al resto de los habitantes del mundo.
Por eso, aquí nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “Es de mayor valor que expresen: En este lugar se retiró de manera acelerada que en este lugar feneció”. (Más vale que digan: Aquí corrió que aquí quedó).