Wednesday, May 1, 2024

Al Vuelo-Libros

Por Pegaso

Yo tengo muy buen recuerdo de los libros que usé en la primaria.

De hecho, durante esos seis años fui un alumno aventajado, y les diré cuál era mi truco: Mi hermana, cuatro años mayor que yo, estaba en cuarto año cuando yo entré a primero. Como ya sabía leer cuando entré a la escuela primaria número 1 “Club de Leones”, ubicada en la calle Aldama con 16 de Septiembre, tomaba prestados los libros que ella iba dejando, de tal forma que cuando iba en segundo, ya les llevaba un paso adelante a mis compañeritos, e igual en tercero, cuarto, quinto y sexto.

En secundaria tuve mis dificultades, porque ya no tenía hermanos a quién tomarle los libros, pero a final de cuentas pude obtener un lugar digno entre los mejores de mi generación, en la Escuela Secundaria número 1 “José de Escandón”.

Y lo mismo ocurrió en el CBTIS 7, allá en mis años mozos, y ahora recientemente en la Universidad Tamaulipeca, donde terminé la Licenciatura en Ciencias de la Comunicación.

Pero aquellos libros se me quedaron en la memoria perennemente.

Yo todavía alcancé los libros que traían en la portada la figura de esa bella indígena tlaxcalteca llamada Victoria Dorenlas, cuyo oficio era el de mesera en un pequeño restaurant al que solía asistir el pintor Jorge González Camarena, quien le pidió que posara para él y después la inmortalizó cuando la Secretaría de Educación Pública imprimió su efigie en millones de libros de texto durante muchos, muchos años.

Lengua Nacional, Aritmética y Geometría, Historia y Civismo y Estudio de la Naturaleza, eran las cuatro asignaturas básicas.

Hoy, en Mercado Libre, se pueden encontrar de aquellos ejemplares en 140 pesos, para los nostálgicos.

Las páginas venían acompañadas con hermosas ilustraciones y explicaciones sencillas sobre los temas incluidos para cada grado.

Eran conocimientos básicos, pero siempre con un enfoque científico. Como que su contenido era más inocente, más candoroso.

Con algunos, o tal vez muchos errores, en su tiempo fueron criticados por los sectores más conservadores porque daban mucha importancia a los héroes de la Revolución y la Independencia.

Nos ponían a Morelos, Juárez e Hidalgo como heroicos e impolutos paladines, muy alejados de las pasiones e intereses del resto de los seres humanos. Nos enseñaban a venerar los símbolos patrios y a cantar con fervor el Himno Nacional cada lunes.

Si uno de los profesores nos veía mal fajados o distraídos, venía el castigo, que consistía básicamente en un reglazo en las palmas de las manos.

De hecho, era cosa muy común que los profes nos corrigieran de ese modo, y nuestros papás estaban de acuerdo, si en realidad merecíamos el castigo.

Llegó el cambio de sistema educativo, aquellos hermosos libros fueron cambiados por otros que incluían nuevas materias, como Álgebra, Ciencias Sociales, Ciencias Naturales o Español, prescindiendo por completo de la educación cívica, y ahí fue donde todo se vino al traste.

El avance de ideas provenientes de países europeos, como los derechos humanos fue el principio del fin de aquella bella época.

Pronto, nuestros padres se lanzaron a las escuelas para reclamar a los maestros por haber castigado a sus engendros, muchos fueron denunciados y sancionados, mientras que los jovenzuelos se tronaban los dedos porque ya podían sentir el dulce sabor de la impunidad.

Lo demás es historia.

Actualmente las ideologías de género han invadido al mundo. El conocimiento que se imparte en los libros de texto ha dejado de lado el aspecto científico, privilegia las autopercepciones y ha dado lugar a una generación de cristal, no por lo transparente, sino por lo delicado.

Ya no es cómo nací, si varón o mujer, sino como me siento. Y tú, persona que de alguna forma interactúas conmigo tienes la obligación de respetarme.

Si soy un hombre de 50 años y digo que me percibo como una niñita atrapada en un corpulento cuerpo de adulto, ni siquiera puedes contradecirme, porque estarás violando mi derecho de ser como me da mi regalada gana.

Lo malo del asunto es que estas nuevas tendencias están financiadas por los propios gobiernos y solapadas por organismos no gubernamentales, como la ONU y las asociaciones de derechos humanos.

En fin, la diferencia entre los libros de antes y de hoy es abismal.

Son testigos los de mi generación.

Nos quedamos con el refrán estilo Pegaso: “La totalidad de la dimensión temporal pretérita tuvo mayor mérito”. (Todo tiempo pasado fue mejor).

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