Monday, April 7, 2025

AL VUELO-Masas 

Por Pegaso
Apreciado lector, ¿tú te atreverías a enseñarle a hacer mole a Doña María? ¿Tal vez intentar decirle a Clemente Jacques cómo hacer chiles en vinagre?
Pues sí. A lo largo de la manifestación que hubo en la plaza Hidalgo hubo gente que pretendió darme clases de periodismo.
¡Gente que aún no había nacido cuando yo ya estaba informando a sus padres y abuelos sobre los sucesos noticiosos más importantes de Reynosa!
“No hay que ser, chato”-como decía Cantinflas.
No me precio de ser el mejor tundeteclas de Reynosa, y menos de Tamaulipas, pero mi carrera periodística me avala, así como el reconocimiento de mis propios compañeros, compañeras y compañeres.
Pero bueno. Así es el rebaño. ¿Quién los quiere, condenadotes?
Abundan las obras que abordan profundamente el tema de la psicología de masas.
Para empezar, la mayoría de los autores están de acuerdo en que las masas son estúpidas, maleables, influenciables y fácilmente manipulables.
No lo digo yo. Si alguien quiere conocer más del tema, no tiene más que ir al buscador de su computadora o teléfono inteligente y teclear: “Psicología de masas”.
Puede uno ser el más inteligente del mundo, pero si formas parte de la masa, te mimetizas con ella, te vuelves uno solo y obedeces a las mismas leyes de comportamiento.
Es ciencia. Ahí está. Se estudia en las facultades de Psicología, Ciencias Políticas y Comunicación Social.
Pregúntenle a mi fino y apreciado amigo Alejandro García, uno de los más prestigiados publicistas y estudiosos del tema que tiene Reynosa.
Particularmente, mi vida cambió cuando leí un librito que se llama “Seducción Subliminal”, de Wiston Bryan Key. Lo recomiendo.
En los últimos años he leído y releído “Las 48 Leyes del Poder”, de Robert Greene. Y créanme. Sé de lo que hablo.
Cuando alguien, en mis redes sociales me insultaba diciéndome sandez y media, contagiado por la euforia de la turba, yo contestaba que el movimiento cuyo objetivo es el de juntar firmas para cambiar de alcalde, es algo manipulado.
Lo siento mucho si les digo la verdad de esta manera: Han sido gacha y burdamente manipulados.
Tengo 43 años de periodista y en ese tiempo he visto de todo. Marchas, protestas, plantones y hasta tomas de la Presidencia Municipal y detrás de cada uno de esos movimientos, había una mano invisible que movía los hilos.
Cuando el lío del transporte colectivo, se jugaban intereses económicos muy grandes. Por un lado, una poderosa familia editora de un periódico local, azuzando la inconformidad de los trabajadores del volante; del otro, un líder obrero que pretendía mantener el control del gremio.
Y como esos puedo referirles muchos casos.
Yo, lo reconozco, también manipulé a mis lectores.
Ayer, teniendo en cuenta la respuesta que tendrían mis comentarios, por el contexto en que los hice, sabía exactamente cuál sería la respuesta del respetable: Solo unos cuanto defendieron mi postura, pero la gran mayoría, en manada, se me lanzaron al cuello. Era lo que yo esperaba.
Hasta ahora no me había preocupado por tener reacciones, visitas, likes o reproducciones en mis redes sociales, porque prefiero que mi contenido sea orgánico en lugar de comprarlas.
Pues bien, la manipulación resultó todo un éxito. Tuve muchas más visitas de las que jamás había tenido, y todo, ¿gracias a qué? Al comportamiento de manada, a la previsible reacción de las masas.
No me lo tomen a mal. Fue solo un experimentito.
Al final de cuentas, me divertí como enano.
Por lo pronto, vámonos con el refrán estilo Pegaso, que dice así, que dice así, que dice así (favor de leerlo estas últimas palabras a ritmo de cumbiancha): “Trazo mi línea recta!” (¡Pinto mi raya!)
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