Wednesday, June 26, 2024

Al Vuelo-Masoquista

Por Pegaso

Desde hace muchos, muchos años, tengo una duda que me corroe la mente: ¿Por qué Ron Damón nunca se quitó cuando veía venír la cachetada de Doña Florinda?

Es algo más fuerte que yo. Sinceramente no me explico por qué el corrioso vecino de la Vecindad del Chavo se dejaba aporrear por la colérica viuda mamá de Quico y sueño húmedo del Profesor Jirafales.

Pero tengo algunas teorías. La más lógica es que Ron Damón era masoquista. Sí. Masoquista. Le gustaba sentir el dolor y se ponía en situación de experimentarlo de manera cotidiana.

Otra es que, muy en el fondo, sentía un profundo amor por la señora de los tubos y el mandil. Así como le hacía el fuchi a La Bruja del 71, en ocasiones se vio como Ron Damón se ruborizaba frente a Doña Florinda.

Y la tercera explicación es que era bastante pendejo y no se daba cuenta cuando la güera de los tubos levantaba la mano para propinarle un cachetadón.

¡Ahhhh! Pero después se desquitaba con El Chavo, con quien disfrutaba enormemente al darle su coscorrón, o con Quico, cuando lo pellizcaba en el brazo.

Por cierto, ¿alguien sabe cuáles son los verdaderos nombres de esos entrañables personajes de Chespirito?

Por fortuna, el mismo Roberto Gómez Bolaños, años antes de morir, escribió un libro titulado: “El Diario del Chavo”, donde revela ese fascinante misterio.

De acuerdo con con esa obra, El Chavo tenía un nombre italiano: Rodolfo Pietro Filiberto Raffaello Guglielmi, lo que da a entender que muy posiblemente sus padres lo perdieron en una ciudad tan grande como México y se regresaron sin él a Italia.

“El Diario del Chavo” se complementa con otro volumen del mismo autor llamado: “Sin querer queriendo”, donde continúan las revelaciones de los verdaderos nombres de los personajes que habitaban la vecindad.

La Chiulindrina se llamaba Espergesia Valdés y era hija de Ron Damón, cuyo nombre real era Ramón Valdés ¡el mismo del autor que lo encarnó durante tantos años! La mamá de La Chilindrina, según el universo de El Chavo, pertenecía a una familia de abolengo de Guanajuato. Ron Damón se enamoró de ella y su familia lo rechazó, hasta quedar en condición paupérrima.

Quico se llamaba Federico Bardón de la Regueira, hijo de un marinero del mismo nombre.

Lo que no concuerda con el nombre de Doña Florinda, que era Florinda Corcuera y Villalpando, viuda de Matalascallando. Eso puede indicar que en realidad era una especie de viuda negra, y que antes de casarse con el papá de Quico había otro hombre en su vida, el cual también falleció. Por consecuencia, el profe Jirafales debió tener mucho cuidado.

Por cierto, el maistro Longaniza se llamaba Inocencio Jirafales (¿Ven? ¡Hasta el nombre de víctima tiene!), el señor Barriga era Zenón Barriga y Pesado y Ñono tenía el nombre de Febronio Barriga Gordorritúa.

Saltando a otro personaje del universo chespiriteano, el verdadero nombre del torpe héroe de traje rojo y escudo de corazón era Chapulín Colorado Lane.

¿Por qué? Se preguntará alguno de mis dos o tres lectores.

En un episodio donde El Chapulín se aparece para auxiliar a una damisela en aprietos (que generalmente era Doña Florinda), se presenta como testigo en una corte del oeste.

El juez le pregunta su nombre y él se resiste a proporcionarlo, pero ante la presión, tiene que ceder.

Según la explicación que dio, su nombre verdadero es Chapulín Colorado, porque su tío era primo hermano de Juan Colorado. Además, como era entomólogo, a sus hijos les puso nombres de insecto, y así, su hermano se llamaba Gorgojo Colorado, su hermana Libélula Colorado y a él le tocó Chapulín Colorado.

Pero el juez le pregunta por su segundo nombre. Nueva resistencia y nueva presión, y acaba por confesar que su segundo apellido es Lane.

-¿Lane?-le pregunta el fiscal. ¿Como la novia de Supermán?

Y El Chapulín hace un gesto de afirmación. Lo que nos da a entender que su papá, Pantaleón Colorado, alguna vez fue a Metrópolis y le bajó la novia al mismísimo Clark Kent, a pesar de que éste venía de otro planeta y era invulnerable a las balas.

Total, a mí nadie me quita de la mente que, al crecer El Chavo del 8, éste se convirtió en El Chapulín Colorado, más ágil que una tortuga, más fuerte que un ratón, más noble que una lechuga, ¡su escudo es un corazón!

Termino mi colaboración de hoy con la icónica frase del Chapulín: “¡Obtienen beneficio de mi bonhomía!” ¡Se aprovechan de mi nobleza!

 

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