¡Ahora sí! ¡Tamaulipas es tierra donde se dan los hombres… unos con otros!
Este viejo chiste sirve como preámbulo para tocar el espinoso tema del matrimonio homosexual, matrimonio gay o matrimonio igualitario.
El matrimonio entre personas del mismo sexo no es nada nuevo en el mundo o en el país. Se trata de una unión de carácter civil o religioso que reconoce la unión conyugal concertada entre dos personas del mismo sexo para establecer y mantener una comunidad de vida e intereses,-según la definición que dan los doctos compiladores de la Wikipedia.
Pero para la raza mahuacatera significa simplemente que se casan dos jotos.
Este miércoles, mientras se debatía en el Congreso de Tamaulipas la propuesta para autorizar los matrimonios igualitarios, integrantes de las pías asociaciones a favor de la familia, se daban golpes de pecho y gimoteaban, mientras que en las gradas del recinto congresal, las banderolas arcoiris y los tipludos gritos de júbilo llenaban el ambiente.
Sí. Ahora se podrán casar, ya con la ley a su favor, mujeres con mujeres y hombres con hombres.
Una importante conquista para un grupo minoritario que durante muchos años ha pugnado por que se les respete el derecho humano de casarse, adoptar y tener una familia.
Recién me comentaba una amiga periodista la manera en que una minoría se impone a la mayoría, como en este caso, la comunidad LGBTTTIQ y las letras que falten, que durante mucho tiempo han estado pidiendo que se les conceda el mismo derecho que al resto de las personas.
“Ese es precisamente el poder del más débil”,-le respondí a mi amiga.
Y efectivamente, un niño es más débil que sus padres, pero finalmente, se impone a ellos mediante el llanto y el chantaje; en la guerra, una guerrilla puede derrotar a un ejército si utiliza la táctica adecuada y así, hay muchos ejemplos de cómo las minorías o las partes más débiles poseen un gran poder.
Pero volviendo a los matrimonios gay, yo me pregunto algo: ¿Qué seguirá después de esto? ¿Matrimonios entre humanos y animales?
Hace unas semanas veíamos divertidos cómo un alcalde de una comunidad indígena de Chiapas se casaba con una hembra de cocodrilo.
Ya nada más falta que un grupo minoritario de amantes de las mascotas pidan que se apruebe el matrimonio con perros o gatos.
Yo no estoy ni a favor ni en contra del matrimonio igualitario, mientras no afecte a terceros.
Total, yo pienso que cada uno es libre de hacer de su cuerpo un papalote, así que me vale Wilson si un albañil se quiere casar con su chalán, o si la chacha de la casa contrae náuseas con su patrona.
Pero hay algo que todo este asunto me hace recordar: El Presidente de Rusia, Putín, dijo hace algunos años que los gobiernos occidentales, encabezados por los Estados Unidos, tenían un plan para disminuir la población mundial, y era promover las uniones homosexuales, porque, al fin y al cabo, no se puede tener descendencia entre hombre y hombre o entre mujer y mujer.
Haiga sido como haiga sido, el Congreso de Tamaulipas ya aprobó el matrimonio igualitario y se va a armar un verdadero desmadre porque no habrá un solo sacerdote que los quiera casar… a menos, claro está, que se traigan de Morelia al padre Pistolas. ¡Ese sí le entra a lo que sea!
Y por hoy termino mi colaboración con el refrán estilo Pegaso, cortesía de la Sonora Dinamita: “Abstente de intervenir con mi gorgeo de colúmbido”. (No te metas con mi cu-cú).