Thursday, June 5, 2025

Al Vuelo-Meritocracia

Pegaso
¡Advertencia! La presente columna no es apta para chairos. Si es usted chairo, sáltese hasta donde dice: “Punto”.
Unos 90 millones de mexicanos inscritos en el padrón electoral no votaron. Bueno, 90 millones y uno, incluyéndome a mí.
Ayer le pregunté a la Diputada Federal Claudia Hernández si había votado y me mostró muy orgullosa su dedo pulgar con la marca de pintura indeleble y me preguntó: “¿Y tú votaste?”
Le hice una seña que no, y me preguntó ¿por qué?
Ya no le pude contestar, porque en ese momento había una rueda de prensa.
A la legisladora le debo la explicación, y a mis dos o tres lectores, también:
Si ella no alcanza a leer esta columna, ojalá que alguien se la haga llegar. Vale la pena.
No voté en la elección judicial porque no se vota por los jueces.
Los jueces son científicos. Estudian a profundidad la ciencia jurídica y se convierten en especialistas. La mayoría de ellos, por no decir la totalidad, tienen uno o más doctorados. Le han echado coco a esto y por consiguiente, son hombres de ciencia. De ciencia jurídica.
Entonces, no se vota por un científico. Se le escoge por su capacidad y preparación. Por méritos propios.
Contrario a la Democracia, que es el gobierno del pueblo, la meritocracia es de aquellos que dominan completamente un arte, una ciencia, un deporte o lo que sea.
Es lo mismo que decía Platón hace más de 2,300 años: Si vas en un barco, ¿de quién prefieres ir acompañado, de un músico o de un marinero?
Aquí es lo mismo. Si queremos leyes de calidad, si queremos un sistema de justicia profesional, si no queremos naufragar en el mar de las leyes, reglas y restricciones, tenemos que contratar especialistas.
Eso era lo que se hacía antes de ahora, solo que la corrupción pudo más.
Siendo tan humanos como son los jueces, magistrados y ministros, la mayoría de ellos sucumbieron a la tentación del dinero fácil. No digo que no puede haber jueces justos y honorables, pero la mayoría eran unas ratas colas pelonas, cochinos, marranos, cerdos.
Eso debió acabarse, pero de otra forma. Arreglando lo que estaba mal y escogiendo bien a los mejores y más capacitados.
Sí. El sistema de justicia estaba podrido y olía mal.
Lo que hicieron con esta elección judicial, impulsada desde el hígado del “Cabecita de Algodón”, también conocido como “El Rorro de Macuspana”, fue como aplicarle perfume a un gato sucio y maloliente, en lugar de bañar al felino, hacerle su corte de pelo y limada de uñas.
Elegir a un juez por la vía popular es como decirle a alguien que quiere hacer un rascacielos de 50 pisos: “Haga usted una consulta entre la gente del barrio para ver a quién escogen para que le haga su edificio”.
Seguramente la gente elegirá al más popular, no al ingeniero más capacitado.
Aquí es igual. En esta elección judicial la gente no sabía ni por quién iba a votar. Solo les dijeron que fueran y fueron. Llevaban su acordeón que les había proporcionado el coordinador de MORENA, pero ese no es un ejercicio democrático, sino una manipulación ramplona y contumaz.
A ver: De casi 100 millones de votantes que hay en el padrón electoral, votaron alrededor de 13 millones, eso significa que fue cerca del 13% la votación total.
De esto, hay que quitar poco más del 45% que acudieron a tachar su boleta o a votar por candidatos que no eran apoyados por el partido en el poder, más los votos anulados.
Un avance del conteo, con el 9% de los sufragios computados, revela lo siguiente:
-El 78.9% votaron por candidatos (aproximadamente 8.5 millones).
-El 10.4% anularon sus votos o pintaron leyendas de rechazo a la elección (poco más de un millón de ciudadanos).
-El 10.6% dejaron en blanco las boletas.
De hecho, solo un 55% de los votos, aproximadamente, fueron para candidatos afines a MORENA, lo que significa algo así como 7 millones de sufragios.
Si tomamos en cuenta que tan solo de viejitos que reciben la pensión universal hay más de 12 millones y otros 5 de ninis, les faltaron por ahí 10 millones que, recibiendo esos beneficios, no fueron a votar.
En síntesis, un juez, siendo científico, no puede llegar a una magistratura o a una corte por popularidad o por consigna política, sino por méritos y sapiencia.
Como en la parábola del barco de Platón, si no tenemos especialistas al frente del Poder Judicial, después no nos quejemos porque se hunde nuestro barco. El barco de la República.
Porque una elección popular no garantiza que a los nuevos jueces y magistrados no les guste el billete fácil. Punto.
Y viene el refrán estilo Pegaso: “Abstente de plañir como infante lo que no conseguiste salvaguardar como varón”.  (No llores como niño lo que no pudiste defender como hombre).
RELATED ARTICLES

Más Populares