Salió un viejón de la cantina. Iba haciendo eses por una de las calles de la colonia Balcones de Alcalá, cerquita de la carretera a San Fernando.
De tan ebrio que estaba, se quedó dormido, recargado en un poste de la luz.
Era muy de mañana.
De pronto, abrió los ojos y vio venir a lo lejos una siniestra figura, vestida de negro, de aspecto cadavérico y con una guadaña al hombro.
El espectro pasa por delante del beodo y este le pregunta con voz tartajosa:
-¿Quién eres tú?
Y la figura le contesta:
-Soy el fantasma del COVID-19. Voy a Reynosa a matar a cien personas, de las que anduvieron en las posadas esta Navidad.
Y siguió sus pasos, dejando al tipo todo pensativo.
Sin embargo, eso no fue suficiente para quitarle el sueño y siguió durmiendo a pierna suelta.
Pero como a las ocho de la mañana ve pasar de Reynosa hacia San Fernando a muchas personas que venían a toda prisa, cargando sus tiliches; y después venían más, y más, hasta formar un enorme grupo de hombres, mujeres y niños que huían de la ciudad.
-¿Qué pasa?-le preguntó a un hombre.
-Venimos todos huyendo del fantasma del COVID-19. Llegó hace rato a Reynosa y ya ha matado a miles de personas.
Total, la ciudad quedó sola, pues todos salieron de ella por temor al fantasma del coronavirus.
Unas horas después, ya con paso más calmado, venía el pálido espectro de regreso.
Al pasar por donde estaba el borrachín, éste le reclamó:
-¿Por qué me mentiste? Prometiste que ibas a matar a cien, pero me dijeron que ya has matado a miles, y toda la gente salió huyendo despavorida.
-Y el fantasma del COVID-19 le contestó:
-Bueno, tal como te dije, yo solo maté a cien. Al resto los mató el miedo.
Sí. Ya sé. Esta fábula, cuento o anécdota ya la he contado varias veces con distintas variantes, pero la moraleja es la misma.
Solía decirla el ex gobernador de Tamaulipas, Manuel Cumbiazos Lerma, cuando por motivo de la devaluación del peso, en 1994, la gente estaba toda asustada por las posibles repercusiones en el país.
Solo que el sombrerudo político matamorense decía que el borrachín era un bramán de la India y el espectro del COVID-19 era La Peste.
Yo solo lo adecué a los nuevos tiempos, para hacerla más digerible a mis dos o tres lectores.
Termino con el refrán estilo Pegaso, también modificado: “El temor no cabalga en pequeño asno de la planicie orográfica caracterizada por su escasa cobertura arbórea”. (El miedo no anda en burrito sabanero).