Por Pegaso
Ahora que los pelos de elote han venido a México a negociar con la Presidenta Claudia Shikitibum temas de seguridad y migración, vale la pena reflexionar sobre lo que no está haciendo Gringolandia en su propio territorio.
Porque allá también hay cárteles, si no, no se entiende la logística de la distribución al detalle de tanta dr0g4 que logra cruzar la frontera.
Esa droga pasa por los puentes, en las mismas narices de los encargados de detenerla, gracias a que también les gusta la pachocha.
La mercancía llega, se concentra, se distribuye, como lo hace la sangre en el cuerpo humano. La sangre llega hasta la última célula, gracias a arterias, venas y vasos capilares.
Allá, en el país de los güeros, no se mueve nada si las m4fi45 no lo quieren. Y las m4fi45 están coludidas con el Gobierno. Mientras que allá se reparten un pastelototote, aquí los grupos de la delincuencia organizada se andan peleando por migajas. El negocio grande está allá, dirigido y orquestado por tenebrosas y poderosas figuras que siempre permanecen en la sombra.
Porque, a ver, ¿cuándo se ha sabido que ellos agarren a un capo? Desarticulan bandas de mexicanos o latinos, eso sí, pero los que mueven los hilos del delito son intocables.
La otra gran arista de las negociaciones entre Mexicalpan de las Tunas y Gringolandia es la migración.
Acabo de ver un artículo donde se informa que se logró desarticular a un grupo de supremacistas blancos que se estaban organizando mediante mensajería de Telegram, en un grupo denominado Terrorgram.
Dicho grupo de neonazis animaba a sus seguidores a cometer as3sin4tos de alto impacto, donde los objetivos eran un juez y un senador que están a favor de la migración legal.
Bajo la idea de sacar a patadas a todos los migrantes prietos, feos y panzones de su territorio, esas células supremacistas consideran su deber “salvar” a su país de esa invasión silenciosa.
Gringolandia ve la paja en el ojo ajeno y no la viga en el propio.
¿Qué pasaría si de verdad se cerraran las fronteras al paso de estup3f4cient3s? Los ciudadanos dejarían de recibir el suministro diario de dr0g4s, desde la común y simple “hierba” (m4rihu4n4) hasta la c0c4ín4, la her0ín4 y la m0rfin4, pasando por las de diseño, como las met4nfet4min45 y el fent4nil0.
Allá, hasta los niños de pecho se dr0g4n. Hay dealers de confianza que hacen entregas a domicilio.
Puede sonar exagerado, pero tiene mucho de verdad.
¡Imagínense el impacto que puede tener el síndrome de abstinencia en el comportamiento de las masas! Tendríamos un escenario posapocalíptico, precisamente como el que nos pintan la serie de películas “12 Horas para Sobrevivir” (The Purge, por su título en inglés. Estrenada en 2014. Director: James DeMonaco. Protagonistas: Frank Grillo, Carmen Ejogo, Zach Gilford, Kiele Sanchez y Zoé Soul).
Tráfico de drogas y migración. Dos temas torales en la relación bilateral.
Aunque lo que deveras quieren los gringos es que deje de pasar fentanilo. Estaban muy bien con su “caquita de chango”, su coquita y sus pastillitas, antes de que el mercado fuera invadido por el fentanilo, que convierte a los consumidores en zombies y con ello se rompe la cadena por lo más delgado, porque esos ya no compran más dr0g4s.
Viene el refrán estilo Pegaso: “Luminaria de la avenida, penumbra de tu habitáculo”. (Candil de la calle, oscuridad de tu casa).