Monday, December 8, 2025

Al Vuelo-Polivoz 

Por Pegaso
Falleció Gordolfo Gelatino.
Eduardo Manzano, su nombre real, hacía las delicias de chicos y grandes allá por la década de los sesenta y setentas, con su programa “Los Polivoces”.
De los muchos personajes que interpretó en ese programa cómico, Gordolfo Gelativo fue el más famoso y se convirtió en ícono popular con el paso del tiempo.
Su frase preferida era: “¡Ahí, madre!”, dirigida por supuesto a su pareja de actuación, Enrique Cuenca, quien se vestía de abuelita para dar vida a Doña Naborita.
Cuando era niño yo tuve una sorpresa
al descubrir que en mí todo era belleza.
No me resigno a que toda mi hermosura
dentro de un tiempo se vaya a la basura.
Soy tan hermoso ya lo ven,
soy tan precioso, yo lo sé,
soy primoroso, bello, lindo, soy gracioso.
Soy exquisito yo lo sé,
soy tan bonito, miren bien,
y soy muy fino,
soy Gordolfo Gelatino.
Así cantaba el personaje, inspirado en un actor norteamericano llamado Rodolfo Valentino, que se creía el pipirisnais del mundo mundial.
Otro personaje muy gracioso protagonizado por Eduardo Manzano fue “El Wash and Wear”, un empleado pobretón y desdichado que tiene como jefe a un milloneta avaro que resulta ser su amigo de la infancia.
“¡Dios mío, haz que le caiga un rayo al Mostachón!”-era su frase recurrente.
También interpretaba a Armándaro Valle de Bravo, un roquero que parodiaba a los hippies de aquella época, a Agallón Mafafas, un falso comandante del ejército, a El Púas, una parodia del boxeador Rubén Olivares, a Andobas, un bueno para nada que siempre le robaba el dinero a Don Tiofilito, a El Chachalaco, una imitación de Cantinflas, a El Molacho, un obrero pobretón con mala suerte y últimamente, a Arnoldo López, el abuelo en la serie de televisión “Una Familia de Diez”.
No cabe duda de que el programa “Los Polivoces” hicieron época. Llegar a la casa después del trabajo duro, reunir a toda la familia, prender la televisión en blanco y negro y reír con las ocurrencias de Eduardo Manzano y Enrique Cuenca era la rutina de miles de mexicanos de aquella época.
Llega El Molacho del trabajo y saluda a su mamá, una ancianita abnegada:
-Ya llegué, mi jechu.
-¿Por qué me dices mi jechu?
-Pues para no decirle “mi jefecita chula”. Y bueno, ¿qué hay de cenar?
-Pues nada molachito. Solo tengo un tecito.
-Bueno. Pues venga el tecito. (Toma la tasa que le entrega su madre e ingiere lentamente el caliente líquido sin hallarle sabor).
-¿Te gustó, Molachito?
-Bueno. No lo sé, madre. ¿De qué era el tecito?
-Pues de pasto que arranqué de la banqueta.
Y viene el refrán estilo Pegaso: “Mantener reminiscencias equivale a realizar funciones vitales”. (Recordar es vivir).
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