Por Pegaso
Bienvenidos a la Era de la Posverdad, donde nada es lo que parece, como decía Adal Ramones. Donde la verdad, como la conocíamos, ya no existe y ahora las percepciones son lo que definen lo que es cierto y lo que es falso.
Hoy, lo que parece un hombre, puede que ya no lo sea. Si vamos caminando por la calle y viene un tipo musculoso, lleno de tatuajes y más feo que Danny Trejo, ya no lo podemos tratar como si fuera un hombre, porque así lo aparenta.
¿Qué tal si le decimos señor y se ofende, porque se percibe como mujer y después nos acusa de mantener un discurso de odio?
Y si tenemos, por ejemplo, que la persona que viene por la acera es una curvilínea chica, de lustroso y largo cabello, con los labios de botox y más curvas que una buchona, lo más natural que pensemos es que se trata de una mujer hecha y derecha.
Pero resulta que no. Que en realidad es un hombre biológico y se hizo la operación jarocha para “convertirse” en mujer.
Y aquí quiero hacer una anotación. El hombre domina desde siempre, por la fuerza física o con astucia, todos los ámbitos de la vida humana, desde el trabajo hasta el deporte. Se ha adueñado de todo, y ahora lo hace de la feminidad.
Hay hombres que hacen todo lo posible por cambiar su apariencia y parecerse a una mujer, sin las inconveniencias de las mujeres, como no tener menstruación y no gestar.
En la Era de la Posverdad, eso ya es completamente natural.
Recién decía el Presidente de Gringolandia, El Trompas, que en su país ya no se aceptan más que dos géneros o dos sexos, masculino y femenino.
Esto ya está generando un movimiento en contra de los miles de grupos de la diversidad sexual, que incluye, por supuesto, a los transexuales, ya sea que pasen de hombre a mujer o de mujer a hombre.
En una ocasión que vino Teo González, el comediante de la cola de caballo, decía, y decía bien: “Antes era mal visto ser homosexual. Despúes fue tolerado. Ahora, cada vez son más los que salen del clóset. Temo que al rato vaya a ser obligatorio”.
Tener determinada preferencia sexual no es reprobable, al contrario, cada quien puede hacer de su cuerpo un papalote.
Lo que sí resulta perturbador es que ahora ya no sabemos quién es quién o qué es quién, por lo que resulta necesario tener mucha precaución al hablar del tema, porque no falta alguien que nos acuse de homofóbico o transfóbico.
Son los nuevos tiempos. Es la Era de la Posvverdad
Viene el refrán estilo Pegaso, cortesía de Adal Ramones: “Se trata de diferente cilindro envuelto con tiras de papel o tela”. (Es otro rollo).