Por Pegaso
Los españoles de hace casi 500 años no son los mismos que los de hoy. No. Pero sí son herederos directos de aquellos conquistadores genocidas que se llevaron buena parte de nuestras riquezas para pagar las deudas de juego del rey Fernando II de Aragón.
Por otra parte, nosotros no somos descendientes directos de los pueblos originarios del Valle de México, como los aztecas, los acolhuas o los tlaxcaltecas, sino que fuimos producto del mestizaje, donde los españoles violaban a las más jóvenes y bellas doncellas, tenían descendencia y les imponían nombres griegos, latinos o de alguna de las variantes del español antiguo.
De ahí vienen aquellos horripilantes nombres de Cleofas, Teódulo, Gumaro, Sóstenes, Tiburcio, Pancracio, etc., etc., etc.
Bajo este contexto, reclamar que los actuales reyes españoles (¡Siendo un pueblo moderno y de amplia cultura no se han podido sacudir esos lastres!) se disculparan por la masacre y el saqueo, puede sonar a necedad.
Como lo exigieron en su momento el ex pejidente ALMO, su esposa Doña Beatriz y toda la retahíla de colaboradores y matraqueros.
Por eso mismo, porque todo el pueblo de España se sintió ofendido, al no deberla ni temerla por el titipuchal de años que han pasado, tomaron muy mal la noticia de que la ex primera no dama se quisiera ir a vivir a un barrio popof de Madrid, junto con su rechoncho retoño.
Olvidado el tema de la disculpa, ahora se disponían a ser súbditos de la Corona Española. Así de fácil.
Por el rechazo que sufrieron, tuvieron que dar marcha atrás y desmentir que no se fueron a vivir, que están muy a gusto en Mexicalpan de las Tunas donde ella, Doña Bety, sigue dando clases de historia en una universidad.
Será cierto o no que se quería ir. Será cierto o no que se patraseó. Será cierto o no que el viejón le dijo que se calmara y que mejor se estuviera quietecita.
Lo cierto es que siempre no se va. Se quedará con las ganas de saber qué se siente ser súbdita de los actuales monarcas Felipe IV y Doña Letizia.
Por cierto, esta morra, Doña Letizia, creo que antes de conocer al príncipe heredero era reportera de un medio de comunicación de Monterrey. Cumplió el sueño de toda plebeya casadera.
Pero, ¿qué implica ser súbdito de la Corona Española a estas alturas del partido? Nada. Obtener la ciudadanía española si se cumple con los requisitos exigidos, por ejemplo, tener padres o abuelos nacidos en ese país, jurar bandera, jurar lealtad al rey, pagar tributos (impuestos) y vivir en sociedad.
Al igual que ocurre con Doña Letizia, Doña Beatriz ya hasta estaba ensayando el siseo característico de la forma de hablar de los españoles.
Mi amiga Mayra, quien vive allá desde hace algunos años, comentó en su Facebook que la gran mayoría de los españoles se oponen a que llegue a habitar con ellos la esposa de ALMO precisamente a causa de la exigencia al Gobierno y Corona españoles de pedir disculpas por el robo y genocidio, lo que no les provocó mucha gracia a los iberos.
Viendo todo el ruido mediático y las consecuencias que pudieran derivarse de la ocurrencia de buscar la ciudadanía española e irse a vivir a Madrid, el ex Pejidente seguramente le jaló las orejas y le pidió que se quedara tranquilita, viviendo en la pobreza franciscana, como el resto de los mexicanos.
Termino con el refrán estilo Pegaso: “¿A qué sitio te diriges que adquieras plusvalía?” (¿A dónde vas que más valgas?)