Por Pegaso
Sale a la luz pública lo que siempre se ha sabido: La forma en que operan las grandes empresas televisoras de México, como son Telerisa y Tele Aztuerca.
Un jovenazo, Germán Gómez García, quien trabajó durante 8 años para un equipo que producía y distribuía mentiras para destrozar por encargo a políticos opositores, periodistas, líderes molestos y a la competencia, entregó a la conductora Carmen Aristegui una montaña de información que contiene videos, conversaciones, fotos, documentos y todo tipo de pruebas que serían suficientes para enviar a la cárcel a toda esa mafia que ha manipulado dolosamente la credibilidad de los mexicanos.
¿Quién no sabía, por ejemplo, de aquel famoso catálogo de reconocidas artistas que se vendían al mejor postor a cambio de fuertes cantidades de dinero? ¿O la vez que, en el terreno del 2017 se inventaron a una niña inexistente, Frida Sofía, para crear una cortinota de humo que cubriera las ineficiencias del Gobierno de Peña Nieto? ¿O la complicidad con el violador en serie Sergio Andrade, que tenía un harem de adolescentes a cuyas madres les prometía que las convertiría en estrellas?
Todo eso se conocía, pero nadie se había atrevido a denunciar con pruebas.
Germán Gómez, quien presentó un litigio laboral contra Telerisa por violencia psicológica y acoso por parte de directivos de la poderosa empresa, entregó la friolera de 5 terabites de información a la periodista y eso ha desatado toda una controversia sobre el papel que juegan los medios de comunicación en la dinámica del poder.
Ya se había ventilado desde antes algo parecido mediante la película llamada “La Dictadura Perfecta” (La Dictadura Perfecta, por su título original. Estrenada en 2014. Director: Luis Estrada. Protagonistas: Damián Alcázar, Livia Brito, Joaquín Cosío, Alfonso Herrera, Dagoberto Gama y María Rojo), una sátira política que encuera los entresijos del poder, donde desfilan figuras como Enrique Peña Nieto y un gobernador de Tamaulipas que soñaba con ser Presidente de la República (aunque la cronología concuerda con Egidio Torre, pienso que más bien se referían a Tomás Yarrington).
Pero también encueran el modus operandi de la televisora más influyente de habla hispana: Telerisa.
La creación de cortinas de humo para favorecer a determinados políticos, las difamaciones, las mentiras, el engaño, el lavado de coco a la población, todo eso está satirizado en esa película, pero no se aportan pruebas contundentes.
Lo que Germán Gómez García -ese valiente joven que se desenvolvió durante casi una década en las tripas del corrupto sistema- entregó a Carmen Aristegui deberá ser un parteaguas para sanear de tajo la forma en que los mexicanos recibimos la información: Telerisa y Tele Aztuerca funcionan como una fábrica o maquiladora de información falsa o manipulada.
Hay que ser muy valiente para aventarse al ruedo como él lo hizo. Para denunciar a la empresa más poderosa de México y entregar las pruebas suficientes y contundentes, hay que tener pelotas.
De momento, Telerisa ha iniciado una contraofensiva, señalando a Gómez García de haber robado material que es propiedad de la empresa y de haber inventado 5 terabites de mentiras, lo que significa que tuvo que haber creado miles de horas de videos con material altamente sensible.
Conociendo cómo se las gasta la gente de poder, yo diría que el chamacón está en peligro de muerte.
Lamentablemente, fuera del programa de Carmen Aristegui y algunos otros medios de comunicación, pocos son los que han hecho eco de todo ese escándalo que ha sido bautizado como “TelerisaLeaks”.
Vámonos con el refrán estilo Pegaso: “En ocasión en que el afluente emite sonido, significa que transporta líquido incoloro, insípido e inodoro”. (Cuando el río suena, es que agua lleva).