Por Pegaso
Jorge Hernández, El Tigre mayor, líder de la popular banda de música regional norteña “Los Tigres del Norte”, dice que con las nuevas regulaciones en ciernes el género del corrido ha entrado en crisis y será necesario cambiarle de nombre.
¡No, pinche Jorge! No se trata de cambiarle el nombre al género. Se trata de dejar de producir toda la basura que cantan haciendo apología de delincuentes.
Alguien por ahí contaba alguna vez que hizo una canción de un famoso narcotraficante.
El tema se hizo muy conocido a nivel nacional e internacional.
En cierta ocasión, el compositor fue “invitado” a visitar al citado personaje a la cárcel donde estaba preso y éste le dijo que la canción le había gustado mucho.
Puede haber casos como ese, donde el autor compone el corrido porque le nace, porque admira al criminal y sus hazañas, pero la mayoría de las veces son por encargo.
Parece que en los últimos años los líderes de las bandas criminales compiten por ver quién tiene el mejor corrido, o a quién le canta un artista más famoso ante la mayor cantidad posible de gente.
Don Jorge propone que, en vista de la censura que se avecina, ya no se debe llamar corridos a los corridos, sino historias.
De esa manera, al cantar historias en lugar de corridos, mágicamente dejarán de ser apología de delito y se convertirán en una especie de juglares que se dedicarán a recordar las hazañas, actos heroicos y bondades de los fascinerosos.
A final de cuentas, es la misma gata, nada más que revolcada.
Lo que realmente se espera con esa nueva ley es que se eliminen las letras que hacen apología del delito.
No es válido argumentar censura, porque lo que hacen no es libertad, sino libertinaje.
A ver, don Javier, si yo, como ustedes, me pongo a componer y empiezo a ensalzar las hazañas de un violador en serie, de un descuartizador, de un pederasta o de un terrorista, acompañado de una música pegajosa, ¿cree que me dejarán cantar en público?
Y si hago no una, sino miles de canciones del mismo tema y me pongo a crear un nuevo género musical llamado, digamos, Mondongo Mexicano, ¿piensa que me puedo convertir en rutilante estrella en el firmamento mexicano?
Contésteme, pues, don Tigre.
Para acabarla de chingar, la banda de usted es sinaloense.
En un reciente artículo publicado en un medio nacional, usted recordó que habían sido censurados en un palenque de Chihuahua por canciones como “El Jefe de Jefes” y “La Granja”, dos narcocorridos que se han hecho muy populares.
Y son muy populares porque a la gente les gustan. Lo que no les gusta son los efectos: Cuando algunos de sus hijos, padres o esposos son secuestrados y asesinados, cuando se ven obligados a pagar piso, cuando son desplazados de sus viviendas, entonces se ponen a llorar, no a cantar.
Es mucho más rentable producir música que gusta al populacho, que temas que hablan de valores, ya que a nadie le gustan los sermones.
Pero es necesario acabar ya con toda esa locura.
Al paso que vamos, pronto nos vamos a matar unos a otros, porque gracias a esas canciones todos nos creemos jefes de jefes.
Ustedes y muchos otros pueden cantar temas exitosos. Por lo menos, Los Tigres del Norte tienen canciones que ensalzan los esfuerzos de los braceros, la abnegación de las madres y el valor de la amistad, ¿para qué chingados quieren echarle flores a los delincuentes?
Viene el refrán estilo Pegaso: “Es mayormente invidente quien se abstiene de visualizar”. (Es más ciego el que no quiere ver).