“Mara al CREDE y Chuchín a la JAD: ¿Nueva etapa o más de lo mismo?”
En Matamoros, los cambios no llegan en primavera, sino cuando la temperatura rebasa los 40 grados y los aires acondicionados –si existen– se declaran en huelga. Así recibió Mara Castillo Marín su nombramiento como nueva titular del Centro Regional de Desarrollo Educativo (CREDE), un espacio donde el calor no es solo climático, sino también político y operativo.
Y es que el CREDE, además de ser un horno sin ventilación, es hoy por hoy el epicentro de una crisis educativa de años. La falta de maestros, los nombramientos a modo, las comisiones sin pies ni cabeza, las marchas constantes de padres de familia y un estado generalizado de hartazgo han convertido esta oficina en la piedra más caliente del zapato oficial.
Mara, maestra de formación, conoce el sistema desde adentro. No llega de la nada: fue arrinconada dos años y medio en una oficina donde la visibilidad era casi nula. Ahora, asume el reto de ordenar un sistema donde conviven dos polos opuestos: los maestros con vocación que siguen en pie a pesar de todo… y aquellos que han hecho de la educación un refugio cómodo, sin compromiso ni autocrítica.
Su llegada genera reacciones encontradas. Para algunos, representa la voz que se alzó desde las bases. Para otros, es una jugada de premio a los “revoltosos”, esos que protestan y terminan en cargos. La realidad, como siempre, es más compleja: este nombramiento no solo debe interpretarse como una concesión, sino como una oportunidad de demostrar si la crítica puede, ahora desde adentro, transformar.
“Mara a poner orden en la jungla educativa… y Chuchín a tapar las fugas (las de agua y otras)”
Cuando reciclar cargos se convierte en política pública, solo queda esperar que esta vez, al menos, funcionen los ventiladores.
Y mientras tanto, en otra esquina del tablero político, suena el nombre de Jesús de la Garza Díaz del Guante como posible titular de la Junta de Aguas y Drenaje (JAD). Una noticia que ha levantado cejas y murmullos.
Sí, Chuchín tiene pasado. Fue alcalde, y su administración tuvo luces y sombras, como casi todas. Pero no podemos negar que también tiene experiencia administrativa, relaciones institucionales y un entendimiento profundo de cómo se mueve el aparato público. Y en la JAD, eso puede pesar más que las intenciones.
Porque si hay un organismo que hoy requiere dirección, eficiencia y capacidad de gestión, es justamente ese. La JAD está inmersa en rezagos técnicos, quejas ciudadanas por fugas, cobros irregulares, zonas enteras sin agua o con drenaje colapsado. El reto no es menor. Y si Chuchín llega, tendrá la oportunidad –y la responsabilidad– de demostrar que su paso por la política puede ponerse al servicio de la eficiencia, no de la repetición.
¿Estamos frente a un reciclaje de viejos nombres o ante el inicio de una nueva etapa con actores conocidos, pero con visión renovada? Dependerá de ellos. Lo que sí está claro es que Matamoros no necesita más promesas. Necesita resultados.
Y eso, ni el calor ni las elecciones que se avecinan en el SNTE lo pueden disimular.
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