Pueblos indígenas aportaron su cosmovisión a la tradición católica con toques que van desde danzas y vestuarios, hasta personajes que no se replicanLa Semana Santa en México va más allá de la tradición católica. Ante la evangelización por parte de las órdenes religiosas, los pueblos indígenas aportaron su cosmovisión para crear tradiciones únicas que muchas veces no se repiten ni siquiera dentro del mismo país.
La celebración anual de la Semana Santa o Semana Mayor tiene sus orígenes en la fe cristiana-católica en la cual se conmemoran los últimos días de la vida de Jesús de Nazareth, desde su entrada triunfal a Jerusalén hasta su resurrección gloriosa”, explica al respecto el Instituto Nacional de los Pueblos Indígenas (INPI).
La cosmovisión indígena, que considera a la vida como un ciclo y al mundo como un lugar hecho de dualidades, se manifiesta de una forma clara en la fiesta, esta dualidad se da en la misma Semana Santa donde las fuerzas del mal se hacen presentes y luchan contra las fuerzas del bien”, agrega.
Este sincretismo puede observarse en tradiciones como la Semana Santa rarámuri, que se caracteriza por danzas, procesiones y rituales, o los llamados sayones, en Tetela del Volcán, en Morelos, quienes, ataviados con prendas naguas, encarnan a los soldados romanos que persiguieron a Jesús. Al finalizar la ceremonia religiosa en Semana Santa, queman sus sombreros para representar el arrepentimiento la crucifixión.
Como parte de la evangelización, las órdenes religiosas recurrieron a la teatralización para que los rituales católicos pudieran ser mejor comprendidos y asimilados por la población indígena.
En las ciudades y los pueblos de Sonora, cientos de hombres, desde niños hasta ancianos, participan en las peregrinaciones comúnmente conocidas como fariseos o Chapayecas en el dialecto Yoreme, un sincretismo de rituales católicos y tradiciones de los pueblos originarios, que data de la conquista española.
Durante 40 días, desde el Miércoles de Ceniza hasta el Domingo de Ramos, por las ciudades a donde migraron los indígenas desde sus pueblos originarios en los Valles del Yaqui y Mayo, mantienen esta colorida tradición que consiste en el peregrinaje, el ayuno y la abstinencia para expiar los pecados, ofrecer mandas o suplicar por algún milagro.
El rito concluye con la quema de las máscaras.
En los pueblos originarios Yaquis, Mayos y Pimas, los ritos de los Chepayecas son totalmente privados, hombres blancos o Yoris, como llaman a los citadinos, no pueden acceder ni atestiguar estas tradiciones, que se desarrollan entre la Guardia Tradicional, que es la sede del gobierno indígena, y la Iglesia católica de pueblos.
Es una representación de la Pasión de Jesucristo mediante ceremoniales que integran su cultura ancestral con la asimilación del catecismo traído por los misioneros jesuitas y franciscanos, explicó Alejandro Aguilar Zéleny, investigador del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
En la Nación Yaqui que conforman los Ocho Pueblos, los ritos de Cuaresma y Semana Santa son exclusivos para los Yoremes (hombre indígena), nunca se permite la presencia de quienes ellos llaman Yoris (hombre blanco).
Pero en las urbes de Sonora como Hermosillo, Guaymas y Ciudad Obregón, los fariseos atraen la atención de los habitantes, como si se tratara de una atracción turística, y existe la apertura de los indígenas para que los citadinos conozcan sus tradiciones.
Por Daniel Sánchez Dórame.
MÁSCARAS DAN FORMA A LA JUDEA EN GUANAJUATO
En Guanajuato a la Pasión de Cristo se le conoce como Judea, tradición de colosal representación teatral con más de 150 años de antigüedad, y cuyos protagonistas se ocultan tras máscaras de madera con aires siniestros.
La Judea ha sido exportada a otros municipios, como a Guanajuato capital, en donde la representación de la Pasión de Cristo se realizó la semana pasada en pleno centro con un perfil turístico.
La Judea se efectúa cada año en Purísima del Rincón, a una media hora de León. Su origen se remonta a 1872 cuando el artista Hermenegildo Bustos y entusiastas vecinos, apoyados por sacerdotes católicos y autoridades, dieron rienda suelta a sus creencias ataviándolas de arte: pintura, literatura, teatro, escultura.
Los artistas idearon la talla de máscaras a fin de representar demonios, judíos, filisteos y al mismo apóstol maldito, Judas Iscariote.
Las máscaras representan no solamente individualismo, sino pecados, anhelos rotos, ira, odio, desesperanza, tristeza, y en algunos casos supuestos oficios de aquellos que vivieron en Oriente Medio, hace más de 2 mil años.
Pero por sobre el mismo Jesús, el apóstol, el amigo y luego, el presunto traidor Judas Iscariote, sobresale en la celebración. De ahí su nombre: Judea.
El originario de Queriyot, al sur de Hebrón, ahora Israel, viste con una túnica parda, pero con una máscara negra, única en el desfile de máscaras que aterran y fascinan a turistas y locales. Este año esperan hasta 50 mil visitantes.
Suma el violento fin de Judas Iscariote, cuya cuerda que rodea su cuello rechina en la madera mientras queda suspendido en el aire.
Y es que el viacrucis en Purísima del Rincón rompe toda expectativa con la utilización de máscaras talladas en madera para representar a filisteos y judíos en torno a la crucifixión de Jesús.
Por Andrés Guardiola.