¡Arrepiéntanse, pecadores!
El planeta se está calentando. La desforestación, la explotación infame de los recursos naturales, la contaminación ambiental y la ambición desmedida están a punto de provocar el peor colapso ecológico en la historia de la Humanidad.
Se han hecho observaciones y se ha comprobado que cada año tenemos veranos más calientes. Este verano, por ejemplo, será el más fresco del resto de nuestras vidas.
Hay quienes tienen la loca teoría de que La Tierra es un ser vivo y le llaman Gaia.
Bueno, pues si ese fuera el caso, le hemos estado chupando la sangre desde hace muchos años, como vampiros insaciables y ahora está con una terrible anemia. Su sangre es el petróleo.
Ahora entiendo aquella cancioncilla pegajosa que cantaba Emmanuel en 1988, llamada “La Séptima Luna”. ¿La recuerdan?
La séptima luna
era aquella de Luna Park.
El crepúsculo anunciaba
de la feria al bar.
Mientras tanto el ángel santo blasfemaba
la polución que respiraba.
Musculoso pero frágil
Pobre ángel, pobres alas.
La letra era acompañada por una música que daba algo de mello, como decía Chiquidrácula.
La sexta luna
era el alma de un desgraciado
que maldecía el haber nacido
pero sonreía.
Cuatro noches sin haber cenado
con las mano, con las manos
manchadas de carbón.
Tocaba el pecho a una señora
y manchaba y reía
creyéndose el patrón.
Ya desde aquella época las personas temían el fin de la civilización tal como la conocemos. Y si a los locos que manejan a las principales potencias del mundo se les antoja, iniciarán una guerra de proporciones tan grandes que la cancioncilla de Emmanuel nos va a parecer un canto de cuna.
La quinta luna
Daba tanto miedo.
Era la cabeza de una dama
Que sintiendo la muerte cercana
Al billar jugaba.
Era grande y elegante
No era joven, no era vieja;
Tal vez enferma.
Seguramente estaba enferma
Porque sangraba un poco por la oreja.
Los chavorrucos como un servidor sí nos acordamos de tal melodía. Los siguientes versos describen un mundo posapocalíptico, con un invierno nuclear, pero al final, una luz de esperanza:
La última luna
la vio solo un recién nacido.
Con ojos hondos negros, redondos
y no lloraba.
Con grandes alas tomó la luna
entre sus manos, entre sus manos.
Salió volando por la ventana
era el Hombre del Mañana.
Si alguien quiere ver el video y recordar aquellos buenos tiempos, aquí les dejo el link.