Wednesday, May 8, 2024

Al Vuelo-Nombres

Por Pegaso

He escuchado nombres raros como Adelfo, Rogaciano o Fredegunda, pero nunca había oído que alguien se llamara Aparecida.

Sucedió en un programa de cocina de Brasil.

La presentadora va a un pueblito y se entrevista con una señora que hace una feijoada deliciosa. Su nombre, Doña Aparecida.

En otro canal de cocina, pero esta vez en la campiña mexicana, una señora de nombre Agrícola se dispone a elaborar un guiso a base de chicharrones y frijoles con epazote.

Si de nombres raros se trata, recordemos a Doña Espotaverderona, la mamá de La Chimoltrufia, cuyo nombre real, según Chespirito, era María de la Expropiación Petronila.

Doña Espotaverderona era protagonizada por la primera actriz del cine mexicano Anabel Gutiérrez y La Chimoltrufia era interpretada por Florinda Meza.

¿Y qué me dicen del Club Pericles Namorado Urrutia, invento de mi cuate Catón? Es un club que agrupa a políticos con nombres raros en el país y cuyo Vicepresidente es el guerrerense Píndaro Urióstegui-dice don Armando Fuentes Aguirre.

En el Registro Civil de México y pienso que de todo el mundo, de repente se presenta algún padre despistadón y le pone a su vástago un nombre tan feo que hasta da pena pronunciarlo. Y con eso le destruye la vida para siempre, porque será burla de sus amiguitos en la primaria, sufrirá bullying en la secundaria y será una mancha en su vida profesional.

Según TV Aztuerca, el nombre más raro pertenece a un joven yucateco de 25 años registrado como Cero Cero Tres Miller Santos Chablé.

Pero aún así, con las ocurrencias de los papás y mamás, se me figura muy difícil que alguien se llame por ejemplo, Satanás González, o Lucifer Velázquez, o Belcebú López. Aunque sí encontré en Internet uno que se llama Jesucristo Hitler Parecelso Zeus Montoya González. ¡Órale!

La revista digital Marca indica que lo siguientes nombres están prohibidos en el Registro Civil: Aceituno, Amílcar (yo conozco un Amílcar, el licenciado Amílcar López, gran amigo), Cajada, Aguinaldo, All Power, Anivdelarev, Batman, Benefecia, Burger King, Cacerolo, Calzón, Caraciola, Caralampio, Ce´sarea, Cheyenne, Christmas Day, Circuncisión, Culebro, Delgadina, Diódoro, Email, Escroto, Espinaca, Facebook, Fulanito, Gordonia, Gorgonio, Harry Potter, Hermione, Hitler, Hurraca, Iluminada, Indio, James Bond, Jorge Nitales, Lady Di, Marciana, Masiosare, Micheline, Panuncio, Patrocinio, Petronilo, Piritipio, Pocahontas, Pomponio, Privado, Procopio, Rambo, Robocop, Rocky, Rolling Stone, Sobeida, Sol de Sonora, Sonora Querida, Telésforo, Terminator, Twitter, Usnavy, Virgen, Yahoo, Zoila Rosa.

Los tiempos cambian. Durante la época de la Conquista, a los indígenas se les bautizó y se les impusieron nombres castellanos o tomados del griego y latín. Por ejemplo, había muchos Demóstenes, Sócrates o Pericles, que ni siquiera sabían quiénes habían tan ilustres personajes.

Recordemos aquella cancioncita de Antonio Zamora: “Andaba Sóstenes, allá en Acámbaro, sembrando rábanos para vivir; dijo Atenógenes, mejor ya vámonos, aquí está triste la situación”.

Siglos después, aún persistía la costumbre de poner a los hijos nombres raros, extraños o francamente feos, porque era la costumbre guiarnos por los onomásticos del calendario, que aún estaban inspirados por aquellos nombres grecorromanos.

Así, en la misma calle de mi casa, cuando aún era un Pegaso chaval, vivía doña Eduviges, una señora avinagrada que echaba pestes a todo aquel que se acercara a su casa.

Con el transcurrir de los años, las cosas cambian. Pronto los medios de comunicación masiva empezaron a influir en la mente de las personas. El cine, la radio y la televisión marcaron a muchas personas. Cada moconovela que salía, traía una nueva generación de nombres para los escuincles.

Ahora, con la moda de las redes sociales, no falta algún progenitor dispuesto a ponerle a sus retoños el nombre de Peso Pluma Martínez o Yaritza García.

Qué bueno que el Registro Civil ha puesto límites en cuanto a qué nombres sí podemos utilizar.

Dentro de los válidos, ahora nos encontramos a muchos nombres de origen japonés que simbolizan cosas sublimes, o provenientes del habla anglosajona.

No se vale, por ejemplo, bautizar a los chamacos como aquel jefe de la tribu comanche que, en una ocasión, estaba fumando la pipa de la paz con otro jefe vecino.

Alrededor de la hoguera estaba toda la comunidad, entre ellos, algunos jóvenes. Uno de esos imberbes levantó la mano y el Gran Jefe le dio  permiso de hablar:

-Gran Jefe-le dijo-, ¿por qué a nosotros los comanches ponernos nombres tan raros?

-El jerarca respondió: “¡Ahhhh! Es que nuestra tribu tener una tradición milenaria. Nuestros padres, al nacer nosotros, ponernos el nombre de lo primero que ellos ver, por ejemplo, tu primo “Ciervo Veloz” tener ese nombre porque cuando nacer haber pasado un ciervo corriendo por delante del tipi. Aquí, a “Coyote Manco”, ser porque su padre haber cazado un coyote que cojeaba. Pero, ¿por qué tú preguntar eso, “Perro Cagando”?

Mejor les dejo el refrán estilo Pegaso: “A pesar de que la hembra de simio se atavíe de fino lienzo, hembra de simio permanece”. (Aunque la mona se vista de seda, mona se queda).

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