Ahora que falleció el comediante Polo Polo, recordé algunos de sus mejores chistes, intitulado: El Vampiro Fronterizo.
Un tipo que trabajaba allá, cerca del puente internacional Reynosa-Hidalgo le comenta a un amigo:
-Fíjate, Fulgencio, que anda el rumor de que en las noches se aparece el Vampiro Fronterizo y viola a todos los que anden solos. Yo tengo miedo porque entro a trabajar a las 11:00 de la noche. No me vaya a salir el méndigo vampiro.
El cuate, que era algo mula, le dijo:
-No te preocupes. Ya hay un conjuro para evitar que te pase eso. Mira. Si vas por la calle y de repente ves que se te aparece una siniestra y amenazante sombra, dile las siguientes palabras: “Vampiro Fronterizo, que por las noches volarás, a pesar de tus hechizos mis nalgas no las tendrás”.
-¿Y con eso ya no me va a hacer nada?-pregunta aún preocupado el primero.
-No. Yo te garantizo que el conjuro funciona. Ahí nos vemos. Luego me cuentas.
Total. Se dirigió a su trabajo, ya casi pegándole a las once de la noche, cuando de unos arbustos se desprende una tenebrosa sombra, que pronto se materializa en un horrible ser con ojos encendidos, grandes colmillos y enorme garras.
Inmediatamente se acordó del conjuro y empezó a decir: “Va-va-vampiro fro-fro-fronterizo, que po-por las no-noches volarás, a pe-pesar de tus he-he-hechizos, mis na-nalgas no las te-te-tendrás”.
Y el vampiro le contesta: ¿Whatttt?
¡Y mocos, perico! Lo violó.
Es que el vampiro era gringo y no entendía español, explicaba Polo Polo, y después el público se desternillaba de risa.
Leopoldo Roberto García Peláez Benítez, nombre completo, murió de demencia vascular, un tipo de demencia senil asociada al Alzhaimer.
Nos dejó un grande de la comedia estandapera. Quedan, por supuesto, otros monstruos como Jo-Jo-Jorge Falcón y Teo González, en la misma línea del chiste rutinario y a veces, improvisado.
Detrás de ellos caminan otros personajes, como Platanito, Chuponcito, El Perro Guarumo, El Compayaso, La Bala y muchos, muchos más.
El chiste es una industria. La industria de hacer reír y hacer pasar un rato de desmadre a la raza mahuacatera.
Los hay de muchos colores, desde blanco, como los de Capulina, hasta rojos subidos, como los del Kompayaso, o de humor negro, conocidos también como chistes crueles.
La ciencia de la Chistología nos dice que un chiste, chascarrillo a facencia es un tipo de narración breve, generalmente de tipo oral, ficticia y de contenido humorístico, cuyo entendimiento suscita a la risa.
La mayoría de ellos responden a una estructura fija, que empieza por una introducción narrativa que plantea una situación. Después se produce el juego de palabras que desemboca en una gracejada o jocosidad que incita a la risa de quien lo escucha.
Se clasifican de la siguiente manera:
-Inocentes o blancos: Son los más inofensivos, dirigidos a un público infantil, aunque también para personas que buscan evitar el lenguaje soez.
-Verdes o rojos, conocidos también como chistes picantes: Su narrativa redunda en los temas sexuales, en el doble sentido y el albur.
-Chistes negros: También conocidos como chistes crueles, cuyas narraciones suelen ser sarcásticas, irónicas o crueles con personas en situaciones desventajosas o enfermas.
-Chistes políticos: Son aquellas que involucran a personas del ámbito público muy conocidas.
Pues bien, falleció Polo Polo. Ya no sabremos más qué pasó con el Vampiro Fronterizo, si siguió haciendo de las suyas o si, de plano, se devolvió a Gringolandia a hacer de las suyas.
Por lo pronto, nos quedamos con el refrán estilo Pegaso que a la fecha dice: “La gracia de la gracejada, es que cuente con gracia, de lo contrario, ¿qué gracia?) (El chiste del chiste, es que tenga chiste, si no, ¿qué chiste?)